Tener cubiertas nuestras necesidades materiales nos da tranquilidad, saber que gozamos de salud nos da tranquilidad, sin embargo, pero ser conscientes del amor, de que estamos enamorados y que nos quieren es preciso sentir unción por la vida: Eso realmente es poesía.
Vivir el día es la fórmula ideal contra la depresión y la ansiedad, contra el estrés que genera la cotidianidad. Es frecuente que mientras ejecutamos una acción nuestra mente divague en asuntos muy distantes a la tarea encomendada. La mente va por un lado y nosotros por otro. La mente es temible. Por decir, más incluso que mi viejo ordenador que me ordena. Luego de pasarme los síntomas de la anestesia (supongo) me encuentro en una situación que no sabría explicar. Mi cuerpo realiza las ordenes que le doy pero mi mente divagaba en distintos asuntos. ¿Qué? ¡Detente!. Le digo y alíame mis pensamientos, no los esparces que me desbaratas. Por favor, respétame, dame paz, tranquilidad y bienestar. Vivir el día, equivale a fijar nuestra atención exclusivamente en lo que hacemos y no dar paso a las diferencias mentales, esos pensamientos vagos que van y vienen, mayormente contribuyendo a cargarnos las buenas ideas. Ideas que son sentimientos que a nadie interesan. Relajaré mi cuerpo. "Un hombre que oculta lo que piensa, o no se atreve a decir lo que piensa, no es un hombre honrado". José Martí.
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