Hoy escribo al dictado del corazón. Ocurre que a veces, por amor, estoy obligado a decir la verdad. La verdad me obliga y la pido por favor. La familia, la familia y los hijos primero. No estoy acostumbrado a pedir. Lo sabe Dios, como sabe que nunca miré al cielo en busca de culpables... (Hay verdades que rompen el alma al no estar exentas de calumnias... El asunto viene de lejos y no me quedan palabras para darle fuerza y recordarle que no está sola... Amor). Para mí el camino para llegar a todas partes se llama literatura y da cobijo a mis sueños. Soy un soñador terco. Para lograr los sueños leo poesía y aprendo pero ahora anda uno de aquella manera... Los sueños además se cumplen trabajando con las manos, y a veces las manos son ajenas porque escaso de casi todo... De casi todo menos esperanza. La esperanza no la pierdo... Y confío en el azahar.
Si pido un favor merece la pena y no es pena es amor y por amor. Pedir un favor a veces es la única manera de alcanzar un sueño. Lo intento consciente de que es en el corazón donde se asienta el sentimiento inagotable del amor... "Pedid, y se os dará; buscad, y hallaréis; llamad, y se os abrirá". (Mateo 7:7). Mientras, yo nunca dejaré de ser el hijo de doña tal y don cual. Los valores familiares y la literatura. "Tranquilo, güelu, no pasa nada". Lo sé, mi vida. Lo sé. (Disculpen la aflicción). Gracias.