Lo que más nos interesa como país es que haya un gobierno que gobierne. Y lo que menos nos interesa la paciencia. Los humildes de corazón, los pobres, los enfermos, los que no llegan a fin de mes, los que siempre pierden. Y también los que consideran que un país sin gobierno genera incertidumbre y eso no es bueno para la economía, para los inversores y los que siempre ganan. Pedro Sánchez y Pablo Iglesias, según los más afamados literatos, construyen un relato, cada cual el que más le interesa para ir a nuevas elecciones. Una vez más los políticos, por si aún quedaban dudas, nos confirman que trabajan para las próximas elecciones. Los susodichos tienen al país viviendo en un por qué. Al país no le quedan lágrimas que llorar y a la ciudadanía esperanza que perder. Me viene a la cabeza una pregunta sin intención que le hice a una amiga de pocas ganas: ¿Y ahora? (Con pocas ganas no se construye un país, ni tan siquiera un pueblo). Me contestó que Roma no se hizo en una hora y hay que esperar a que las cosas se arreglen (como Rajoy, que las cosas se arreglen solas. Como Rajoy) o que Dios y su María se lo chiven y luego ya hablamos. A la amiga de aquí, como a los políticos de allí, desde los años altos les digo que, se hacen las cosas ahora y bien o conmigo no cuenten. Convocarán elecciones pero ya no votaré arrepentido, iré a la playa y se acabó lo que se daba. Ah, también a la amiga de aquí le digo que en política, como en la vida no es cuestión de poder sino de querer, y yo solo no puedo andar, ni caminar ni hacer camino. La voluntad que tantas veces por el qué dirán se decanta por la desgana y no por la fuerza. Esperar al último minuto para alcanzar la gloria es de necios e irresponsables. Por la sanidad, la educación, las pensiones y etcétera. Porque no me mate un camión al cruzar la carretera. "Una cosa es ser dirigente y otra ser líder, y verdaderamente una cosa no siempre va con la otra". ¿Comprenden? Gracias.
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