A escasas horas de liquidar el año 2017 y dar paso a 2018 echo cuentas y no me fue mal. Al contrario, me fue muy bien. El año 2017 tuvo su aquello: una amiga ida, otra bienvenida, un muerto en el cementerio y una tristeza grande. Pero también tuvo su aquel: Enol, que compensa todo lo malo con creces. Y dicho sea de paso la salud bien, gracias.
Las cuentas no llevan signos de interrogación, ni puntos suspensivos, ni comas, ni tildes ni nada que me haga dudar. El año 2017 fue extraordinario y 2018 será mejor desde el minuto uno o paso directamente a 2019 que se me está insinuando. La cierto es que los años se empujan unos a otros y pasan más de prisa que el tranvía por el pueblo de Patricia que no pasa. En los años altos no estoy para discursos deshonestos, ni paños calientes, ni tangos tristones, ni boleros vencidos por el silencio, estoy, pues sigo aquí (mensaje a las amigas bienvenidas) para poemas y amores sinceros. Amores de "un corazón tan cinco estrellas, que hasta el hijo de un dios, una vez que la vio, se fue con ella, y nunca le cobró... La Magdalena". Que canta el Sabina. (No sé si el hijo de un dios o de un truhan: del Sabina no me fío, pero yo, de llamar a mi puerta un corazón tan cinco estrellas le cobraría, por supuesto si no es La Magdalena, mi inspiración, la que siempre me acompaña. Santa Poesía). Alto le deja el listón el año 2017 a 2018. ¡Que espabile!.
Aviso al año 2018: Por las buenas quizá, por las malas no, y estoy dispuesto a romper el calendario. No me pongas a prueba que tengo un plan. Además, sé con quién hay que hablar para que la salud resista y amanezca el día por el camino que transita el sol. No soy de fardar, pero también sé (lo sé de viejo no de sabio), cómo se vuelve al amor y la Santa Poesía después de haberse ido... Feliç any nou per als homes i dones de bona voluntat. Salut i moltes gràcies.