jueves, 2 de noviembre de 2017

Enterrando sollozos.

La dependencia que tengo del amor es total, sin embargo, soy incapaz de encauzar mis sentimientos por el camino que lleva a ti. ¿Qué escondes? El amor no se impone. El amor es libre. El amor todo lo puede. El amor no entiende de porcientos. El amor no obliga. El amor es fe ciega. Supongo que algo parecido al amor debe ser Dios y María.

Vuelves como te fuiste sin saber qué te hice para que te fueras ni por qué vuelves ahora como si no hubiera pasado nada. Qué te hice para que te fueras, qué te hice, amor. Y vuelves para decirme que todo lo que te pedí me lo diste. Yo nada te pedí, amor, otros serán los que te pidieron, yo no. Yo te hubiera pedido que no te fueras de saber que ya te habías ido. Sin saber por qué te fuiste ni por qué has vuelto, si aún permanece algo de mí dentro de ti, porque yo nunca te dejé de querer, no vuelvas si no estás segura de quedarte. No vuelvas ahora que sale el sol en mi vida. No vuelvas si tus intereses son hacerme daño hasta que no aparezca en la lista de los nuevos amanecidos. No vuelvas, aléjate de mí, regresa donde te has ido, donde nunca luce el sol. Lo veo en tus ojos y tu mirada chivata me confirma que vives de espaldas al amor. A veces uno pagaría por equivocarse, pero tú, como yo, somos carne de psiquiatra.

Un día, te quedes o no, me dirás qué te pedí y qué me diste, y te diré que ése no soy yo. Yo nada te pedí. Pero si de pedir se trata, pues me temo que a pedir has venido, pídeme lo que quieres y a cambio yo te pediré para compensar la balanza. Lo que te pida, como puedes imaginar, no será para mí. Al contrario, tú me pedirás para ti (me cuentan que en el circo que has montado te crecen los enanos). El caso es grave y va para tragedia. Te animo que no hagas lo que me hiciste a mí, ahora puedes ganar, además por el mismo precio a perder le puedes llamar ganar. Recuerda a Carlas Puigdemont. Y sí, entierra esos sollozos de plañidera que no cuelan, tu mirada chivata te delata. Gracias.

2 comentarios:

  1. Me gusta cuando escribes así, me permito echarme un clavado a tus letras. Zambullirme hasta el fondo
    para formar parte de ellas.


    Gracias por dejarme soñar. Aplauso para ti (y para mi porque ni siquiera sé nadar).

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