Sería estupendo fundar un partido político sin dueños para defender los derechos del pueblo y repartir lo que tenemos, poco o mucho, eso no lo sé. Tampoco sé de estatutos y leyes, pero sí de cometidos.
El partido estaría formado y dirigido por los desgraciados que aún siguen pagando impuestos con tanto corrupto que existe evadiéndolos... Por los que mal se ven obligados a tragar por las deducciones en su nómina mensual sin oportunidad para la merecida y reconocida evasión fiscal empresarial apoyada por los dignísimos mandatarios de todos los colores que a su vez financian sus campañas electorales, viajes de familia, cumpleaños feliz (infanta), segundas residencias y etcétera.
Tendrían especial relevancia en el Partido de la Utopía los mendigos del semáforo, los miles de ilegales y otros miserables que viven debajo del puente. Por supuesto, serían miembros de pleno derecho los vencidos por el tiempo y el dinero, los derrotados en mil batallas, los poetas, los amigos de corazón, los viejos y viejas abandonados en las gasolineras, y toda la gente del mal vivir que el día relega a la noche: enfermos mentales, tullidos, raquíticos, proscritos, rabiosos, desaparecidos, apátridas, deudores de los usureros y desahuciados de la vida en general.
Y haríamos asambleas, y serían invitadas fraternales las noches sin luna y los días sin un sol. Y pondríamos orden en el orden del día, y no como los partidos políticos que nos gobiernan sin orden ni vergüenza, solo desorden, y debatiríamos puntos y más puntos. Para el primer punto yo propongo que hablemos de todas las almas que otorgan licencia a cualquiera con tal de amar. (Bendita tú eres entre todas las mujeres. María).
El partido estaría formado y dirigido por los desgraciados que aún siguen pagando impuestos con tanto corrupto que existe evadiéndolos... Por los que mal se ven obligados a tragar por las deducciones en su nómina mensual sin oportunidad para la merecida y reconocida evasión fiscal empresarial apoyada por los dignísimos mandatarios de todos los colores que a su vez financian sus campañas electorales, viajes de familia, cumpleaños feliz (infanta), segundas residencias y etcétera.
Tendrían especial relevancia en el Partido de la Utopía los mendigos del semáforo, los miles de ilegales y otros miserables que viven debajo del puente. Por supuesto, serían miembros de pleno derecho los vencidos por el tiempo y el dinero, los derrotados en mil batallas, los poetas, los amigos de corazón, los viejos y viejas abandonados en las gasolineras, y toda la gente del mal vivir que el día relega a la noche: enfermos mentales, tullidos, raquíticos, proscritos, rabiosos, desaparecidos, apátridas, deudores de los usureros y desahuciados de la vida en general.
Y haríamos asambleas, y serían invitadas fraternales las noches sin luna y los días sin un sol. Y pondríamos orden en el orden del día, y no como los partidos políticos que nos gobiernan sin orden ni vergüenza, solo desorden, y debatiríamos puntos y más puntos. Para el primer punto yo propongo que hablemos de todas las almas que otorgan licencia a cualquiera con tal de amar. (Bendita tú eres entre todas las mujeres. María).