Más que trabajadora, es garantía ética, como lo ha sido en todas las facetas de la vida donde ha colaborado. Donde quiera que ha pasado esta trabajadora ejemplar, ha dejado su impronta de laboriosidad y honestidad que puede ser igualada pero difícilmente superada. Hablo de Carmen, dama y señora mía.
Con la terquedad de los serios, la firmeza de los buenos y la tozudez de quienes se saben laboralmente útil y comprometidos con las mejores causas, es y ha sido un ejemplo de honradez para sus compañeras y compañeros de trabajo, como el cielo y el mar ante la franqueza de un verso de Benedetti. Predicando con su ejemplo, Carmen es así, por todo, por aquello de que la mejor forma de decir es hacer.
Elegida desde hace mucho tiempo en situación de paro forzoso y desilusionada por ello, porque no se lo merece, y más, porque no lo esperaba, es otra desempleada más en las oficinas del paro, y otra trabajadora en busca de empleo. Trabajadoras como Carmen necesita este país para encontrar su camino, según mis pareceres.
Más allá de las ideas y las opiniones, ya es hora de reconocer que los trabajadores que son trabajadores por su honor y no por su fortuna, acreedores de un puesto de trabajo digno ganado con sudor y no por la deferencia de algunos. Justo cuando estamos casi todos hartos de contratos basura, de ETT, de pantanos sin agua, de este festival rastrero de movilidad geográfica, de impunes bajadas salariales, justo ahora, y precisamente por eso, uno, satisfecho y feliz como un barbero de pueblo que puede contar su vida a penitentes clientes prisioneros en su sillón, justo ahora que puedo estar con ella a tiempo completo, disfrutar de ella, Carmen, ejemplar trabajadora... ¡Joder, dona, y tengo que morderme la lengua!.
A una Carmen entre muchas, porque algún defecto muy grave ha de tener la gente buena en este país de empresarios sin escrúpulos que no se conforman con ganar menos, para vivir esta situación laboral de desempleo y grandes necesidades.
Con la terquedad de los serios, la firmeza de los buenos y la tozudez de quienes se saben laboralmente útil y comprometidos con las mejores causas, es y ha sido un ejemplo de honradez para sus compañeras y compañeros de trabajo, como el cielo y el mar ante la franqueza de un verso de Benedetti. Predicando con su ejemplo, Carmen es así, por todo, por aquello de que la mejor forma de decir es hacer.
Elegida desde hace mucho tiempo en situación de paro forzoso y desilusionada por ello, porque no se lo merece, y más, porque no lo esperaba, es otra desempleada más en las oficinas del paro, y otra trabajadora en busca de empleo. Trabajadoras como Carmen necesita este país para encontrar su camino, según mis pareceres.
Más allá de las ideas y las opiniones, ya es hora de reconocer que los trabajadores que son trabajadores por su honor y no por su fortuna, acreedores de un puesto de trabajo digno ganado con sudor y no por la deferencia de algunos. Justo cuando estamos casi todos hartos de contratos basura, de ETT, de pantanos sin agua, de este festival rastrero de movilidad geográfica, de impunes bajadas salariales, justo ahora, y precisamente por eso, uno, satisfecho y feliz como un barbero de pueblo que puede contar su vida a penitentes clientes prisioneros en su sillón, justo ahora que puedo estar con ella a tiempo completo, disfrutar de ella, Carmen, ejemplar trabajadora... ¡Joder, dona, y tengo que morderme la lengua!.
A una Carmen entre muchas, porque algún defecto muy grave ha de tener la gente buena en este país de empresarios sin escrúpulos que no se conforman con ganar menos, para vivir esta situación laboral de desempleo y grandes necesidades.
Ya. Beso.
ResponderEliminarSalud.