lunes, 11 de noviembre de 2013

Si yo fuera un síndrome

Me ocurre cuando pierdo una esperanza. Si yo fuera un síndrome, le diría  "el síndrome de la página en blanco" y confieso padecerlo hoy. ¿Y qué hacer ante la angustia de una página en blanco? El tiempo pasa más aprisa de lo que quisiera, pero siempre ocurre igual ¿se volverá a repetir ahora? Te digo, que me duele que te hayas ido para no volver... Algún día yo también me iré. (Escribiré largo y a vuelapluma para intentar ser sincero. Y sin nombres. Pido disculpas).
  
Comenzamos en el periódico hace 5 ó 6 ó 7 años (el tiempo pasa rápido). Tú y yo, a la vez comenzamos juntos en el periódico, ¿curioso, verdad? ilusionados como una dama con su propia poesía. Tú dirigiendo el periódico y yo garabateando páginas en blanco con la sintaxis como una de mis peores anomalías. Y sigo igual. ¡Joder!, ¿quién inventaría la sintaxis y por qué, y para qué? (Qué no haría por no lastimar la palabra). Mis páginas en blanco a veces siguen en blanco por cumplir con la obligación que me impuse de escribir a diario. A pesar de que muchas de ellas apenas dicen... Además, he de confesarte que no soy persona de decir siempre la verdad, y cuando la digo la amaño. Pero eso ya lo sabes. Tus páginas no, y llevan sello de dirección. Pero son páginas que a fin de cuentas forman parte de todo. Llegado este punto, quiero darte las gracias (nunca me cansaré de darte las gracias) por tus palabras de ánimo (hace años... Eso sí) cuando emborronaba páginas incomprensibles, y, sobretodo, por tu confianza y paciencia. De ahí que siga escribiendo. El tiempo pasa y estoy muy confundido, y las páginas en blanco que pretendo llenar con palabras dignas... Creo que yo también me estoy yendo antes de tiempo. No digo del periódico, quiero decir al mundo de lo absurdo si es que existe. Hasta mi ordenador que me ordena ayer tarde se negó a iniciarse. (Mal presagio). Un día nos conoceremos (nunca perderé esa esperanza), pero ya no digo (como dije), que seremos amigos, aunque sí me gustaría tomar café contigo y hablar de los viejos tiempos. No sabes cómo me gustaría... Un día me dijiste, tal vez no lo recuerdes, pero así fue: "si tienes cualquier problema ven a verme al periódico". Lamento mi comportamiento y no haber ido. Perdona.
 
No me cabe duda que conseguirás grandes éxitos en tu carrera profesional. Tú sí que sabes escribir páginas en blanco llenándolas de cosas interesantes con todo lujo de detalles. Mis más sinceras felicitaciones.
  
Hoy escribo con palabras verdaderas y me resulta extraño... Cuando escribo la verdad, la visto de lagarterana, no me gusta que se sepa en toda su magnitud. La verdad, si no se imagina en parte por el lector no es verdad. Yo le pongo un algo de verdad al texto y quien lo lee es a quien corresponde darle continuidad... La verdad se interpreta. Lo saben los malos periodistas, y los psicólogos, y los curas, y qué decir de los políticos. Menos los que siempre pierden todos lo saben. Llevo años escribiendo a escondidas, entrelíneas, con palabras a veces sinceras, pero insensatas. Me cuesta expresarme sin ocultar mi semblante. Incluso para mí son impunes mis decires. Con decirte que a veces creo que son recetas de mi misma psiquiatra. Y no es cinismo. Sabes que aparento lo que soy si es que me sigues leyendo... No, claro, qué digo, ya no, aunque quisieras ya no me lees. Tus asuntos inaplazables te lo impiden. Hoy me gustaría que solo tú me leyeras. En fin, esto se alarga y no pienso corregirme. Va en serio, que nunca falte en tu vida un amanecer sin fecha, amores que bien te quieran y salud.
 
PD. Si te contó la llamada del otro día, perdona si te ofendió tanto como a ella. Corren malos tiempos para todos y un padre a veces no sabe qué hacer por una hija. Lo tenía que intentar. (Como siempre asumo las consecuencias. Yo culpable. Y si de poner cargos se trata, que los ponga ella, ¡Joder, qué carácter!).

1 comentario:

  1. Pues bueno, espero que esos asuntos inaplazables le permitan leerte.

    Cuidate mucho

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