Recién pasados los cincuenta, y después de una vida entregada en cuerpo y alma a los suyos (no fue una vida fácil), creyó que había llegado su hora, la hora de ser ella misma soltando amarras y navegando con sus propias velas hacia donde el viento poderoso la llevara: "ahora me toca a mí sentir la vida pasar". Y blindada de esperanzas se echó a la mar. Pero resulta que el mar no siempre está en calma, y una mañana gris una terrible tempestad sin darle tiempo a maniobrar sus velas la engulló en su propia ingesta de felicidad. La vida no siempre es justa, y la María lo sabe. La muerte colmó de impetuoso panorama una vida antes de echar andar una promesa. (Si te vas antes que yo, házmelo saber).
Si te vas antes que yo...
ResponderEliminar... házmelo saber. (Nada está escrito). Beso.
ResponderEliminarSalud.
Las despedidas no me gustan, pero es mejor a sufrir una agonía eterna.
ResponderEliminarPor cierto, el sábado me acorde de ti. Enfrente al hospital donde andaba, estaba una estatua de Cantinflas -lo mencionaste hace poco- lo que no supe es que cuernos hace la estatua de un cómico a la salida de un hospital, no lo entiendo.
ResponderEliminarCantinflas fue un genio. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Si tu lo dices...
ResponderEliminarpero yo prefiero a Tin Tan.
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