Ser infiel a mi conciencia, eso quiero

Ayer amanecí mal y anochecí bien. Cosas. Pienso que debería revisar mis valores, o principios si es lo mismo; reflexionar seriamente sobre el coraje de vivir sin ser fiel a mi conciencia. Quiero saber qué sabor deja el engaño en la conciencia. Qué motiva el cinismo, la mentira, también la ausencia de resaca moral. Saber por qué a veces me juego el billete para el Cielo. Malvivo claudicando a mi conciencia.

  

Hablo de mí, pero si me clavo en los demás, solo atisbo rostros demacrados y ojos temerosos; atisbo miedos, angustias, fobia social... Parece que vivimos engañando la conciencia y entreteniendo la inconsciencia con placeres de pago para que no se movilice ni despierte, ni demande asumir la verdad, la realidad que padecemos.

  

Pongamos que la conciencia es un grado superior de madurez y nos debe servir para ser conscientemente mejores, responsables, y cumplir con los mandatos de la conciencia para que de forma racional y objetiva discriminemos la inconsciencia.

  

No es un asunto gratuito el que hoy me obliga a escribir; tengo dudas existenciales que no llego a comprender... La Dama que no me deja ir me diría que vale la pena vivir con el coraje de ser conscientemente auténtico y existencialmente realizado. Sé que eso diría porque la conozco bien, pero el caso es que en la facultad no le enseñaron que nadie quiere vivir de manera inconsciente para no pagar el peaje de llegar a la consciencia.

 

En fin, que la María me juzgue y me condene por escribir sin comprender lo que escribo, y sobretodo, por escuchar a un Joaquín Sabina, poeta, en un día tan gris como el de hoy... Por cierto, un día no amanecerá tan gris y te hablaré de quien considera que las calles no las ponen todos los días y prefiere morir que seguir (viviendo) padeciendo... ¿Comprendes? (Para que vayas diciendo por ahí que te despiertas entre brumas leyendo a de soslayo, que guardas sus palabras para ti, y luego hablas con Él para que te diga si eres inmortal o te tienes que morir antes de entregarte de nuevo a los brazos Morfeo. Eso sí que es vivir al día y no el día).