viernes, 29 de noviembre de 2013

Qué cuento más triste

Te contaré un cuento que comenzó como un juego;
era un juego de dos que se enfrentaban a un dilema:
si o no, no importaba, amor.
 
Érase que se era: ella dijo sí.
Estaba decidida a jugar porque un beso era el premio 
y lo deseaba.
 
De repente sopló el otoño y el beso encontró la boca y también la lengua,
y sin esperar al invierno
llegó la primavera.
 
Érase que se era una mujer, pero en serio, érase que se era también unos ojos de un resplandor rojizo semejante a una fuente de sangre. Él tomaba con su boca un poco de su aliento y ella con cada beso suyo moría.

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