Sumida en la tristeza de una vida mal llevada la muerte vino a visitarla pero no la cogió por sorpresa. Aunque he de decir, porque la conocí de cerca, que deseaba otro final (no me tomó en serio). Cerró los ojos en la flor de la vida. Era joven pero la muerte es mezquina y no atiende a razones humanitarias. En su vida cantó canciones de amor, también de desamor, cantó boleros y quiso a todos por igual. Hace meses, y aún no me lo explico, me obligó a cantar con ella un bolero; yo soy de tangos, y ella no sé, porque los dos desafinamos. Nunca dejó de ser una mentira oficiosa. Y qué importa si la llegué a creer, importa que cantamos un bolero. Después yo le versé un lirismo abusivo. Y no la volví a ver. Me cuentan que el azahar caprichoso la llevó sin apenas darse cuenta al manicomio, y allí escribió su biografía y su epitafio. Sin ella ahora seremos menos en casi todo. Por su obra, por todo aquello que amó. Por el regalo que fue conocerla. Eternamente suyo. "El curso del verdadero amor nunca ha corrido sin problemas". William Shakespeare.
El carácter de una mujer fascinó el corazón de la gente: Yo fui parte de esa gente. De estar viva y no muerta, sabría que la muerte y no sus amores inconclusos fue la culpable. Inevitable su muerte en vano. Descanse en paz. Gracias.
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