Ayer escribía acerca de una mujer. Y qué iluso de mí creer que luego de haberse ido podía volver como si no pasara nada. Podemos generar simpatías, adueñarnos de éxitos, de experiencias ajenas, pero generar confianzas después de vivir ausente no porque algo queda y no es algo bueno. Permitir no es aceptar. Ay, lástima la trama que ha urdido.
Hace semanas apareció y me dio la impresión que no se había ido, ahora, puedo decir que su carisma no es el que era, al menos a mi ya no me fascina. No puede olvidar que pertenezco a una generación vencida por un vendaval de pasiones a los que no nos dieron razones, solo maltrato. Se cuentan por cientos de miles los que no sobrevivieron.
En los años altos me cuesta escribir al amor sin poesía; es tal que hacer la lista de la compra: Arroz, azúcar, leche y etcétera. Alimento para el cuerpo, para el alma no, para el corazón tampoco. Pena de volver al amor sin poesía. Sus mejores argumentos fueron sus ojos y ya no saben mirar. Qué no daría porque recobrara de sus ojos la mirada más ilusionante. Todo fue un ensueño angustioso. Nada es lo que parece. (Mejor no vuelvas, prefiero esperarte). Gracias.
Muy bueno ...
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