Decir gloria a Dios es decir que ha muerto para mí. La quiero y le deseo la inmortalidad lejos de mí. Pero qué mal ha llevado la derrota a pesar de todas las victorias. Lamento que se haya perdido quien soy y lo que pude hacer por ella. Se podría decir que por el camino de los extraviados se habían vuelto a encontrar dos corazones para neutralizar al adversario, o mejor, para luchar por una causa justa. Sin embargo, para eso hay que abandonar las mieles del éxito. Lo de sembrar las calles de confeti huele a rancio: Hasta Dios lo ve. Insisto: "Quien soy y lo que pude hacer por ella".
Por otra parte, me gustaría, y lo tengo escrito por ahí atrás, crear camino y crecer con los ideales de todos cuando un político encuentre un proyecto de futuro compartido. Llegará el día. Sabemos que no tenemos escapatoria. Al menos yo estoy en ello. Deseo que debidamente informados podamos construir un pueblo para todos. Un político. Una líder. (Me estoy quedando sin ideas. Ojalá y que el dolor del pasado no me impida escribir el amor del presente). Gracias.
Interesante reflexión ...
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