Unos ganan, otros pierden y unos se rinden y otros ni pensarlo. Y a unos los excluyen y otros se autoexcluyen. De todo hay.
De viejo sé que los más ignorantes les hacen la competencia a los más sabios y tienen respuesta para todo. Pero de lo más que tienen son ganas de tener más de todo: dinero, relaciones interesantes, quiero decir relaciones que se dejen comprar a porcientos. Sí, todo se compra y todo se vende. Y todos tenemos un precio. En un país en concurso de acreedores hay que llegar a fin de mes como sea. Y ahora viene lo peor, lamento desanimar a los más ignorantes: me cuentan mis informadoras que lo malo (¡ay, lo malo!) aparecerá como rutina sin que los más ignorantes se enteren. Llegará sin que se enteren y punto.
En mi vida de antes yo atizaba la modorra de los más ignorantes. En mi vida de ahora me dedico todas mis horas. A veces creo que hice todo lo que pude y otras veces que pude haber hecho mucho más. Vaya, un viernes de mercado me aparece otro culebrón de verano y las neuronas que me quedan están de mí hasta la coronilla ¿? Si en realidad las neuronas tienen coronilla... La dama que vela mis sueños me aconseja mantener vida sana: salir de casa, relacionarme con la gente, comer con moderación y no beber alcohol. Y sobre todo que no me dé el sol en la cabeza. "Tú lleva sombrero de ala ancha al salir de casa". Juro o prometo por los Santos Apóstoles que no sé de qué iba el día que quería escribir para sentirme mejor que ayer porque me siento peor... (A los más ignorantes, días ignotos como el de hoy, se los dedico en mis memorias). Gracias.
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