martes, 30 de julio de 2019

De salud bien, de lo demás mal.

Reinicio mi mente absurda con cuidado para no tocar mis amores de siempre porque Ian no me habla y no sé. O sí, no me habla porque no está. Si me sigue queriendo... Sabía que un día cambiaría sus pasos de acera aunque no me viera llegar. Porque otros amores y otras ilusiones lo completarían más y mejor que un güelu triste de morir. Lo que nunca imaginé que lo malo por llegar tuviera un procesador 16 GB RAM sea lo que eso sea. Ian y una tableta se han ido y no sé adónde. En el ahora de Ian no hay una libreta y un lápiz y un libro. Ian en julio no estuvo y en agosto no estará. En septiembre ya se verá. 

En esta vida no todo lo moderno es bueno y si viene de la mano de las nuevas tecnologías peor si cabe. Ian ya sabe jugar a los comecocos y se relaja viendo lo que no entiendo y no leyendo un libro. A un libro hay que darle tiempo, y sospecho que Ian anda escaso de tiempo. Ian no sale de casa. Ian no juega con otros niños. Para castigarle, Patricia, lo amenaza con salir a la calle y jugar con otros niños si en realidad hay otros niños jugando en la calle. Las nuevas tecnologías secuestraron las libretas y los lapiceros y los libros y el jugar en la calle y esto acabará mal. Cuanto menos para un güelu como yo. Gracias.

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