Señor, mi dios, gracias por darme tanto... demasiado quizá

"Hoy puede ser un gran día, plantéatelo así, aprovecharlo o que pase de largo, depende en parte de. Dale el día libre a la experiencia para comenzar, y recíbelo como si fuera fiesta de guardar". Canta el Serrat.

Aunque me gustaría pasar de la política y sobre todo de sus señorías, creo que hasta que cada cual no ocupe su escaño, no podré dormir en paz. Y es que hay cosas que aún no entiendo. Mi amigo sevillano dice que nadie votó al PP pero que sacó mayoría absoluta, ¿otro milagro de la Iglesia de Roma que se seca de la manga? Lo cierto es que mi amigo olvida que las estadísticas presagiaban una gran victoria del PP. Aunque ninguna encuesta, y esto es bien cierto, nos dijo por qué vota la gente. Yo no me trago que les convencieron con "se puede ahorrar de aquí y de allí sin tocar el estado de bienestar". "El yo haré", "el yo me comprometo", y, "el puedes contar conmigo". (Con las mismas caras de cada cuatro años atrás. Uy, uy, ¡qué miedo!). "Lo más sagrado para mí es el deber y cumpliré con el pueblo". "Me siento dichoso de que me brindéis la oportunidad de llevar a cabo este cometido tan delicado como es sacaros de la crisis". "A quienes han preferido vivir de rodillas que morir de pie, los animo el noble orgullo de saber que están cumpliendo con su deber de ciudadanos, y que les exige ofrecerme su confianza incondicional". Amén. A los viejos políticos desdentados con el culo pelado de su escaño abrazados a las viejas ideas paternalistas, y los simpatizantes y afiliados con sus gritos de algarabías infantiles: ¡presidente, presidente, presidente!, les digo que mañana será otro día, y que al final de ese carnaval, se preguntarán si en los próximos cuatro años serán capaces de sanar a la patria de una enfermedad que nadie se atreve a diagnosticar.