Hablo de que uno de cada cinco españoles no posee un puesto de trabajo que lo dignifique. Y en la España de más al sur el asunto está peor. Decía los informativos esta semana que de las veinte regiones europeos con más paro dieciocho eran españolas. Estadísticas macabras para una patria que aún tiene por resolver muchos de sus asuntos inaplazables. Y entonces de dónde ha salido esta sentencia: Levántate y anda. Y cómo es posible. La Biblia habla de un tal Lázaro, que Nuestro Señor Jesús en un día de gracia le dijo que "andara" y "andó". Perdóname si hoy te da por leerme y en busca de una canción de amor te encuentras con esta estupidez de buena mañana. Hoy no escribiré más, te lo prometo. Pero no quería dejar pasar lo que me encontré este mañana acosado por el insomnio y reflexión cuando estaba revisando los diarios y sus suplementos con cartillas a rellenar con cupones para sartenes: nos sobornar con sartenes para que no leamos la cruda realidad de los hechos. Y los bancos aprovechan la ocasión y nos regalan ollas a presión para no darnos crédito. Y entre estadísticas de mal gusto, crónicas de robos con intimidación, recensión para diciembre, una prima con una deuda soberana que valdría más regalarle un traje que invitarla a comer no se quiere ir. En eso estamos. Un día de ir a misa con la cara de no haber roto un plato se torna rebelde. Y esto solo quiere decir una cosa: El fantasma de la pobreza, con todo lo que ello implica, nos tiene acorralados. Y el abuso de ciertos grupos empresariales ganando más dinero que nunca explotando al trabajador que tiene la suerte y la desgracia de trabajar. Esto es la muestra de surrealismo de un país que quiere y no puede. País de pobres. Somos pobres de la nada, huérfanos de la María. Pero
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