viernes, 25 de noviembre de 2011

Esto es un sinvivir

Y ahora que pienso... Pienso que si se entera que ahora me da por pensar le da algo malo. Hablo de mi psiquiatra. Una vida hablando con silencios y miradas decidoras y si ahora le digo que soy capaz de pensar y hablar con palabras creerá que la estuve engañando. Y eso no es cierto. Yo, a una mujer jamás le mentiría. Y menos a ella, que su gracia nos permite comer el pan nuestro de cada día a toda la familia. Alguien pudiera pensar que, confundido, es de María, la Magdalena, de quien hablo, y no, es de mi psiquiatra. Y he de confesar que no sabría qué hacer sin ella. Va en serio, a veces creo que paso de ella cuando digo que mantenemos un romance (aunque la quiero no es cierto), o que, en un descuido, me dice que teme que Rajoy le deje sin trabajo, que la despida, o le rebaje el salario (eso es verdad). Corren malos tiempos para los silencios. Una palabra tuya bastará para sanarnos... Rajoy, ¿por qué nos dices en Twitter que está trabajando: trabajando en qué? ¿Por qué no nos hablas alto y claro y a la cara? Sino por mí, que dices que no tocarás las pensiones (Dios lo quiera) por mi psiquiatra que teme por su futuro. Y la educación. Y tan, y tan... Rajoy, una palabra tuya bastará para sanarnos, entonces, ¿por qué de tu silencio? ¿Acaso ya no recuerdas quién somos? Rajoy: somos el pueblo, el tuyo, y yo más que soy asturiano, y somos primos hermanos, y, aunque toda la vida dije que los primos erais vosotros, me arrepiento, créeme. Somos los asturianos los primos. Vosotros, los gallegos, sois los hermanos. Y además sois más guapos y sois más altos. Habla, di, que esta espera, esta incertidumbre, nos está matando. Confieso que yo no te voté, pero tú a mí no me puedes tomar en serio, como las amigas que no tengo. Pero una cosa te digo, si hubiera sabido que tus silencios eran peores que los míos... Ay, no, no puedo, no te puedo prometer que te hubiera votado, que a la hora de la verdad me siento incapaz de traicionar mis ideales. Rajoy, perdónanos nuestros pecados. Por la María te lo pido. Vale que según me cuentan ya has hablado con los banqueros más importantes del país, además de la Merkel y el Sarkozy. Pero qué del pueblo, de tu pueblo... Rajoy, dinos algo, si te vamos a querer igual, hombre, que estamos acostumbrados. Que ya igual nos vale un roto que un descosido. (Una patria se muere en la pobreza y el pueblo no sabe a qué atenerse). Esto es un sinvivir.

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