domingo, 20 de julio de 2014

Ocurrió en el puerto.

Si asumimos el silencio como castigo divino nos ataranta la mente y nos desbarata los sentidos, y encarcelamos la palabra en la boca; la palabra que explica el dolor, la impotencia, el asombro, la incredulidad, el horror... el fin. Sea como fuere el silencio impuesto promueve el miedo y lo encumbra hasta el dominio del innombrable y nos obliga a sufrir la crueldad de quien ha perdido toda esperanza de alegrar el corazón. Nada pasa si el silencio es la tendencia que marca el camino: ¡Hay que callarse!. Lo que ocurre, siempre que les ocurra a otras, es una ventaja. Incluso los tratantes que trafican con el amor tienen una lista imaginable. ¡Cállese!.

Usted tiene suficiente con lo que ocurre en su vida. ¿Le parece poco el miedo que da salir por las calles rotas de su ciudad? Policías y ladrones con la sola intención de atracar y matar. Acaso es menos importante la vida que la muerte, la enfermedad, el dolor de alma, la burla socarrona de quien no sabe que la vida al menos es de dos.

No digas nada, calla, embucha todo lo que te cause dolor, desesperación, mientras, mirando al cielo preguntas que has hecho para merecer el silencio. Peo tú asumes el silencio aunque te queme, aunque te incinere el corazón... Por casualidad, en la playa de un mar lejano, de repente y sin saber por qué, en una botella de cristal una promesa se fue con rumbo a una tierra desconocida... Ocurrió en el puerto.

2 comentarios:

  1. Esa botella un dia llegara a algún lado, esperemos sea el correcto mientras tanto el silencio en ocasiones será mejor que las palabras que muchas veces no dicen lo que realmente se quiere.

    Ten un buen domingo

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  2. Igualmente. Y no se te ocurra ir a misa. Beso.

    Salud.

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