De la noche a la mañana te espero amor. Que Afrodita, diosa de la lujuria, la belleza y la sexualidad reparta besos. Bendito el amor y la santa poesía.
En una colindancia fallida, incluso en este pedacito de cielo, ya se está convirtiendo en un milagro el amor. Como por arte de magia cada cual va a lo suyo como si nada importase. Y para continuar en el quehacer diario, aparece otra realidad vestida de azahar en Les Seniaes. Los pobres de corazón, ya depredadores de igual condición, están entregando todas sus aspiraciones, mientras el resto, hijos de la María, llevan viviendo en una tierra cada vez más árida con vocación ineludible para convertirse en desamor. ¿Por qué no viniste anoche, amor? (Una vez más, como tantas otras, el derrotado ha sido el vencedor. ¡Qué la Magdalena y el amor nos guíen y el desamor sea derrotado en el fulgor de un "te quiero").
Me entretuvo ubicarte en cada estrella que se anunciaba a cada paso que daba en mi afán de llegar hasta tu abrazo sanador.
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