martes, 15 de julio de 2014

Vergüenza.

Con Eugenio en el bar, tomando café hace unos minutos, nos lamentábamos de la situación límite que vive el país y los dos sentimos vergüenza... Una pena de país olvidado que no merece el castigo de quienes debieran solucionar sus verdaderos problemas, la mayoría tan viejos que son crónicos. Pobreza, desigualdad, sanidad, educación, desempleo... Y a cambio nos dan impunidad y cuentas numeradas en paraísos fiscales. Oriol Pujol, un diputado miembro de una vieja familia catalana de gran abolengo, ha dimitido de su escaño y otros cargos orgánicos en CIU porque le salen los porcientos por los ojos de tantos favores prestados... Presuntamente. Lo que no es presuntamente son las necesidades del pueblo que nadie socorre. Y ya me apeo. Voy a pasear por Les Seniaes antes de que el sol me de en la frente y me avergüence de mí mismo.

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