miércoles, 16 de julio de 2014

Ni vencido ni olvidada.

Cito con frecuencia los consejos de mi buen amigo, Eugenio, que son sabiduría del pueblo. Hoy le pedí uno de sus mejores consejos para mí y me lo negó, dice que lo que necesito no son consejos. Esperaba que me ayudara, necesito más que nunca su sabiduría después de que una sentencia fuera negativa para mis intereses.

Todos hemos tenido tiempos buenos y malos, situaciones se darían en la vida de cada uno que, dadas las circunstancias, se perdiera el amor de alguien especial. No hablo de perder el amor existencial porque ese amor es eterno y siempre estará por encima de las sentencias o decisiones que se tomen, hablo un adiós sin consuelo.

Hoy, 16 de julio, me viene a la memoria un día homicida: el cansancio me puede y las noches son eternas. No soy diferente a nadie; cierto que me hago el despistado, pero solo para pasar de soslayo ante una realidad que me supera. En este momento soy lo más parecido al desahucio. Presumo que pronto parte de mi ser será mutilado. Eficiencias del maligno.

Hablo de mi para decir que luego de un periodo de recuperación, consecuencia de un reciente descuido de la María, cuando todo parecía superado, he cosechado de nuevo el fruto del descrédito y la desesperanza. El mismo ser maligno, el mismo con el mismo desprecio ha aparecido de nuevo en mi vida (quizá nunca se fue) y con su intromisión ha generado la misma desconfianza por encima de toda racionalidad pretendiendo acabar con la relación más hermosa de dos. Nada entiendo, pero no quiero ser cómplice de otra derrota, no pasaré otra vez por la misma degradación... ¡Joder, dona!, ¿cómo nos dejamos derrotar, y además fallar impunemente en contra del amor?

Le dije que los dos éramos inseparables. Andar la noche por un camino estrecho y desconocido tiene consecuencias imprevisibles, además de la incertidumbre en una vida de desorden. El asunto es jodido y de tal magnitud que nuestra relación está avocada irreversiblemente al abismo: no estoy dispuesto a tolerar más desamparos, porque la inmensa mayoría de sus verdades siempre fueron mentiras. ¿Sabiendo que detesto la mentira, momentos en el intermedio de nada, por qué me miente. Y qué gana con una muerte?

Increíble pero cierto, esta es un tragedia kafkiana no resuelta, aquí yo, allí tú, y en medio la ingerencia del maligno. A uno lo que le sorprende es que las advertencias después de tanto tiempo han llegado tarde. El amor que nos une no es sinónimo de pasado, todo lo contrario, nuestro amor es tan grande que todo lo puede. Necesito tiempo para digerir esta anomalía que se presenta, no me daré por vencido.

Los consejos sobran y también las indecisiones, la ineficiencia, las especulaciones, el silencio y sobretodo la mentira. Y encima del derrumbe me propongo desviarme hacia el caos del miedo y a la desesperación: dejará de quererme pero no impedirá que la deje de querer. Llega el día del aniversario de dos corazones secuestrados tal vez. No puedo creer lo que está ocurriendo... Es la muerte y no puedo por más que aceptarla, de la manera que me irá alejando de su vida no sé, seguiré meditando en silencio. Ni vencido ni olvidada.

2 comentarios:

  1. Para no perder la costumbre no entiendo de que hablas.
    Hoy son buenas madrugadas y no entiendo nada. Seguiré durmiendo, quizá cuando despierte sepa de que va hoy tu post.

    ResponderEliminar
  2. Son sentires contrariados por un amor ido. Nada que merezca la pena comentar. Beso.

    Salud.

    ResponderEliminar