El sábado pasado -viene el asunto al caso con una semana de retraso, pero me pasó de soslayo, y hoy como es viernes de fiar y nos volvemos a encontrar... a uno también le falla la memoria-, en la cena de sobaquillo de la avenida, pasamos del tema del Día del Orgullo Gay. Yo algo dije acerca de la homosexualidad y el desfile de carrozas por Madrid, pero el tema derivó en algo mucho más interesante que no recuerdo.
El colectivo de gais, lesbianas, transexuales y bisexuales, hicieron un recorrido el sábado desde Atocha hasta la plaza de Colón. Fue una gran fiesta y no menos las declaraciones de la delegada del Gobierno, Cristina Cifuentes, que dudó de que la marcha se pudiera enmarcar "dentro del derecho de reunión". "Rojos, maricones y masones al paredón", ¿recuerdan? Poco hemos cambiado.
El tema no deja de ser tabú en este país. A pesar de tener conocidos y conocidas, hay cierto desapego a este colectivo de seres humanos. Personas que nacen y mueren, y mientras, viven su sexualidad como quieren. Se aman sin importarles la vida de los demás: en el país de la hipocresía y las apariencias eso es mucho. Si no consideramos especial nacer hombre o mujer en base a nuestra condición humana, menos nos debiera importar la sexualidad; pues no, no se respeta, principalmente por los que nos gobiernan: el PP y la Iglesia de Roma. Ojalá Francisco, que apunta maneras, logre alinear esa desviación de los curas. Con excepciones, naturalmente.
Ya me voy yendo, solo recordar que "de todo hay en la Viña del Señor". Se crea o no, estas palabras son copiadas de La Biblia, así que son La Palabra de Dios. Amén. Y quien niega La Palabra de Dios niega a Dios. Va para los monseñores y los del PP, y otros alejados de la vida y el amor.
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