domingo, 16 de noviembre de 2014

Memoria histórica.

Ayer, tuve una de esas oportunidades que la vida te proporciona sin querer y tienes que aprovechar (a pesar del frío): me tropecé con el alcalde a la salida de un bar...

-Qué casualidad.. a propósito...
-Te vi. Me estabas esperando.... te hubiera invitado a café.
-¿Me viste?
-Sí.
-¡Vaya por Dios!.
-¿Qué quieres?
-Nada si te pones así... Vale, ayer fui al cementerio y estaba muy descuidado...
-¿No tienes otra cosa qué hacer?
-Es por dona. Y también porque no hay obras en el pueblo que dirigir...
-Vete al hogar del pensionista a jugar al parchís...
-Solo hay viejos y viejas...
-¿Y tú qué eres?
-A que no te voto para las próximas elecciones...
-No me presento. Te dejo que llevo prisa...
-¡Qué desaborio!.

De los políticos poco o nada se puede esperar. Allá él, de morir no se escapa nadie... Arrieros somos... El cementerio es un lugar sagrado y su conservación compete al ayuntamiento. Pienso que también podía ser competencia de la iglesia, porque allí solo entierran a los que van a misa, aunque sea después de muertos. Hay gente que se arrepiente de sus pecados después de muertos y sus herederos los convierten al cristianismo. En mi pueblo es así. Los ateos de verdad, los que no creen en Dios, a esos los entierran en un cementerio aparte que le llaman republicano. Los entierran después de muertos, y no como antes. Ese cementerio sí que está mal cuidado... Es incomprensible. ¿Cómo hemos podido dejar que las cosas llegaran a ese punto? Es un insulto a la memoria de nuestros padres y abuelos, incluso a nosotros mismos que precederemos a nuestros hijos. Eso no habla bien de una sociedad que sabe perdonar. Bueno, tal vez no nos perdonamos... No exhumamos a los muertos de las cunetas y fosas comunes y seguimos enterrando a otros en un cementerio aparte, si se le puede llamar cementerio. Hay asuntos que no podemos dejar caer en el olvido. Éste es uno de ellos.

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