jueves, 27 de noviembre de 2014

Entre Melchor de Jovellanos y Mato.

Entre Gaspar Melchor de Jovellanos y Ana Mato me quedo con la vida saludable del asturiano. Siempre lo digo, los asturianos somos la madre que nos parió. Incluida la Reina.

Estuve con dona y me dijo que dejara de escribir nuestras intimidades. Y que si no se me ocurre algo amable y esperanzador para escribir que lo deje. Que ya me vale. Y tiene razón. Pero algo hay que hacer con este país de corruptos antes de que su sofisticada tecnología para quedarse con nuestro dinero nos impida soñar.

Por cierto, ayer la Dama que vela mis sueños me habló del sueño. Que había ido a una convención sobre el sueño y que es muy importante dormir. Hablaba del sueño y dormir, no de dormir y soñar. O simplemente soñar. Sé que dormir es necesario, y quién no. 

Cuando dona murió las cosas no estaban tan mal. La vida era difícil, nunca lo dejó de ser, pero ahora, tal vez porque vivo los años altos no lo llevo. La solución ha de estar en la regeneración de la clase dirigente. Que vengan otros y otras con nuevas ideas y soluciones. Sino que venga Dios y lo vea. La sentencia que venga Dios y lo vea. Pero ya tendría que venir y actuar. Aquí en la Tierra como en el Cielo. 

Más que experiencia como camarero, profesor de inglés, economista, licenciado en artes marciales, o lo que sea, en el currículum aconsejo poner Poeta. Hartos ya de estar hartos; de ya le llamaremos y pasar hambre, al menos que merezca la pena... Aunque sea mentira. Vivir otra mentira. Una más. Pero ésta nos permitiría soñar que no todo está perdido. De profesión Poeta. ¡Joder, dona, qué lujo!. Muchas gracias.

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