Un día a cuento de algo escribí que solo dona estaba en su lugar. Todos queremos una vida diferente para nosotros -la familia y la gente que nos quiere y queremos-, una vida más amable donde cada uno se sienta feliz en su lugar. Pero todo apunta que no es fácil aceptar la realidad que no se puede cambiar. Sí. De ahí que muchos vayan a misa o se enamoren adrede de un imposible para ser infelices por algo. No, no quiero ser cruel, sé que hay motivos suficientes para derrumbarse al doblar una esquina (o clavar tu mirada en el suelo).
Un dolor global recorre las calles, sino es la pobreza y la enfermedad es el alma rota o yo qué sé... ¡Joder, dona, así es imposible vivir!. Pues al menos yo, morir no quiero, al menos hasta que tenga la certeza de resucitar (y sino es contigo tampoco). Unos quieren ser otros y unas otras. O viceversa y no se atreven. O no les dejan.
Si solo se tratara de respetar las leyes, un gobierno y los corruptos profesionales y otros malhechores aprenderían y todos a misa a dar gracias a Dios, pero no. Claro que no. El interés particular mata. "Si no te pago nada te debo" es la clave. El interés particular prevalece sobre el general, incluido el dios de los domingos, que solo es dios cuando ama a María, la Magdalena, y ella le corresponde. Solidaridad. Empatía. Asuntos del amor.
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