Me ofrezco

Aprovechando que es Nochebuena, una amiga me envía un e-mail para decirme que intentará hoy hacerlo diferente, que se meterá en la cocina y que sea lo que Dios quiera... Y mientras quiere Dios -no muy dado últimamente a coger el toro por los cuernos-, preparará una ensalada de betabel y otra de apio como en los viejos tiempos cuando de verdad éramos pobres y valorábamos cada cosa que nos comíamos, no como ahora que nos damos el lujo de menospreciar la comida que nunca falta en la mesa. No sabe si hará ponche ni qué guiso preparará, pero lo hará con todo el corazón. Porque es lo menos que se merece la familia que habita su nido. Además, como cada año, encenderá el arbolito desde muy temprano. Limpiará todo muy bien como si fuera a venir alguien muy especial. Pondrá música y ale... ¡Feliz Navidad!.

  

¡Pobre!. No es que yo esté mucho mejor, pero al menos disimulo. Una amiga hoy, Nochebuena, dedicará tiempo a cocinar para su familia y limpiará todo muy bien como si fuera a venir alguien muy especial. Y pondrá música (de Enrique) y ale... ¡Feliz Navidad!.

  

Voy por la vida descubriendo misterios y entrego el corazón a cada paso siempre que sea una mujer bella y tenga una sonrisa que regalarme sin importar país de procedencia, raza o idioma. Camino por la ruta del sol desafiando el destino aunque a veces lo tenga que hacer a nado. Hago lo posible para hacer amigas con la mejor voluntad. Pero luego pasa lo que pasa, los defectos propios de sus imperfecciones son mis mayores decepciones... No hago vida de ellas, y dona lo sabe. Si al menos ese alguien muy especial fuera yo... Pero no.