jueves, 26 de diciembre de 2013

Diciembre se muere

Va en serio: a pesar que me he declarado agnóstico hasta la extremaunción, no he conseguido deshacerme de las angustiosas celebraciones navideñas que, como cada año, me ponen al borde de un ataque de nervios. 

No hace mucho una declaración de agnosticismo era un derecho que la mayoría de las personas respetaba. Se podía comprobar: cuando se iniciaba una conversación y derivaba hacia el tema de la Navidad y la fe religiosa que la mantiene, yo presente, me iba sin más haciendo una elocuente declaratoria de mi militancia agnóstica. La gente allí presente lo entendía. Hoy las cosas han cambiado, sino traición, ganas de politizar las fiestas, ir en contra del aborto o la educación religiosa. Rouco manda en este país más que Merkel. Seguro que Merkel no nos impone la religión de Rouco como materia troncal en las escuelas por encima incluso de las matemáticas. Es Rajoy. Un solo alumno obliga a tener un profesor de religión en el centro educativo elegido por la iglesia y pagado por todos, sin embargo, un alumno de matemáticas no, ni profesor ni clase de matemáticas. Existe un número mínimo de alumnos. Así el PP y el sistema educativo impuesto Rouco y bendecido por el PP.
  
El acoso navideño estos días es de una naturaleza tan implacable que uno se puede enterrar en las arenas de la filosofía agnóstica del desierto y no dar ni pena. Y luego están las necesidades del la sociedad que son excedencias de muchos: comer y beber, gula, y criticar al que no baila al son de la zambomba. Y si hablamos de regalos "lo que importa es la intención" qué decir. Seguro que el repartidor de los regalos entre amigos y familiares ha causado más desprecios y chismes que el desalentador conflicto que mantengo con una amiga desde hace años. Que bien lo pudiéramos dar por finiquitado... ¿qué me dices? ¿Me llamas o te llamo? ¿Te pido perdón o me lo pides tú? Me creerás si te digo que nunca supe de qué iba este juego ni sus reglas. Te aseguro que si fuera de otra manera tendría como filosofía en vez del agnosticismo ser tu amigo.

Que la Navidad no cuente conmigo, además, siempre sucede que las ausencias y tristezas del pasado alguien me las recuerda por Navidad, sobretodo las ausencias (vuelvo a hablar de ti). Diciembre se muere glorioso de fantasía, de hambre por las calles y en los corazones. Diciembre se muere también por obstinado, por derecho propio a pesar de la abundancia. Diciembre se muere y tampoco edificamos vida: como otros meses derruimos empatía y amor por la colindancia.

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