Le escribo a la niña de mis ojos un mensaje y las palabras me salen empapadas de agua. Son lágrimas de un corazón viejo, cansado y vulnerable. Un corazón donde la injusticia da paso al amor; donde la mentira cae ante la verdad y la bondad rescata el equilibrio de una balanza casi siempre inclinada hacia el laberinto en el que moran aquellos que pagan con creces el derecho a la vida. Sé fuerte, mi niña, el futuro es tuyo y yo estaré para verlo contigo y abrazarte. Te lo prometo. Ojalá no fuera preciso estar en Navidad para ser mejores personas, hablo de quien te hace daño. Sé fuerte. Te quiero, mi niña. Mi niña.
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