jueves, 19 de diciembre de 2013

Corazón partido

"¿Quién dijo que únicos paraísos que existen son los paraísos perdidos? Yo niego la mayor". 
  
Mi niña, la niña de mis ojos, me cuenta una historia de amor, y dice así:
  
Un chico de dieciocho años se enamora de la niña de quince más hermosa. Desde ese momento, su vida no tiene otro sentido que su amor por ella. Sin embargo, él sabe que no tiene oportunidad en esa relación, pues ella pronto se irá a vivir lejos, además, las mujeres más hermosas, considera, suelen casarse con otros hombres, generalmente ricos y guapos o ambas cosas. Sus amigos le aconsejan el olvido, pero él, enamorado, no tiene la menor intención de olvidarla, aunque la distancia deje mansamente que la tristeza le invada por dentro y tiña hasta el último de sus pensamientos de oscuridad. A veces, las distracciones, el trabajo y los mundanos asuntos amenazan con hacerle olvidar por momentos su amor. Pero el chico hecho hombre, reacciona inmediatamente y se sumerge de nuevo en su propio abismo. El amor que lo hace tan desgraciado es el mismo que le hace mejor persona. Él nunca renunciará a su niña, la mujer más hermosa que nunca olvidará. Su amor le impedirá sufrir decepciones. Su pasión no envejecerá jamás ni mucho menos se envilecerá, y nadie podrá ocupar su lugar. 
  
Él le escribe cartas a menudo pero ella no le contesta y eso le daña el alma, pero a fuerza de bañarse cada día en el dolor ha aprendido el secreto de la resignación. Sabe que los hombres que triunfan en el amor no conocerán jamás la verdadera esencia del amor imposible porque ellos jamás juegan su corazón a una sola carta. A veces piensa que debería, con toda prudencia, realizar inversiones en otra persona para compensar ese amor imposible. Pero su amor es tan fuerte que considera que el amor imposible no es cosa de prudentes sino de verdaderos Quijotes. 
  
Solo dos veces en seis años supo de ella, en dos veranos se vieron y no cruzaron palabras. Aunque para él eso le bastó para vivir en ella, y por ella para siempre sin esperar recompensa. Pero ayer una llamada de teléfono le despertó el corazón: 
  
-¿Alberto?
-Sí...
-Soy...
-¿Estas segura?
-Totalmente segura...
  
Hasta aquí me contó. 
  
Por eso mi consejo: si alguien conoce a uno de esos locos enamorados, les invito a no desanimarlo. Que siga soñando y esperando lo imposible. Aunque sepa que sus ilusiones no habrán de cumplirse nunca, por favor, díganle que siga acariciando la esperanza. Lo contrario sería como confundir una ilusión con un pagaré sin fondos. 
    
Yo fui joven algún día, pero una historia de amor así... Yo nunca viví una historia de amor parecida, o sí, y no recuerdo, o sí, y estoy harto de profanarla. Pero hoy creo que debo hacer una excepción, pues creo que dependeré en breve un poco más de un recuerdo... La niña de mis ojos me acaba de decir que se va a vivir a Asturias y en este momento creo que estoy viviendo un "déjà vu".
  
-Le quiero con toda mi alma, nunca fui capaz de olvidarle. Perdóname por no decirte que mi corazón lo tenía partido. Te quiero.

7 comentarios:

  1. Bella historia, las cosas del amor son inexplicables.

    Seguiré soñando, quizás algún día...

    ResponderEliminar
  2. A la pregunta, sí, y me alegro de corazón. Y a la historia de amor... me la contó mi niña. Beso.

    Salud.

    ResponderEliminar
  3. Son tan inexplicables como suponer una gota de agua en un grano de arena caliente del inmenso desierto... Nunca dejar de soñar, si sus corazones están hechos de amor sólido, ese grande, poderoso, en un tiempo quizá largo para quienes los observamos de lejos, tal vez, breve para ellos que se miran en las estrellas, que se esperan al final del camino de ambos, que se encuentran en la esquina de la fantasía para perderse en un beso imaginario... SEAN FELICES

    ResponderEliminar
  4. Lo serán, naturalmente. Beso y Besitos.

    Salud.

    ResponderEliminar
  5. ¡Qué bonita historia! Y eso que soy cínica en las lides del amor.

    ResponderEliminar
  6. Ya ves. Te nombra Rox por ahí. Beso.

    Salud.

    ResponderEliminar