Pocas son las que me conocen en persona, siempre ha sido dona la que llevaba el tema de las relaciones públicas (y ahora muerta, ay). Hoy, martes, 24 de diciembre de 2013, Nochebuena, aprovechando que el Rey cantará sus miserias y recordará las nuestras, creo que puede ser un buen día para contar alguna verdad:
Nadie se interesó por mí, nadie me preguntó quién era, ni siquiera dónde están Les Seniaes, algo que agradezco: ese respeto hacia mi intimidad me permite escribir con total libertad. He de confesar que soy una persona tímida, introvertida, y con un miedo atroz a comprometerme con la gente. Miedo a que alguien se de cuenta que soy diferente y que solo puedo aspirar a una relación virtual. Y digo que soy diferente porque puedo oír hablar a larga distancia, incluso a través de muros impenetrables.
Todo empezó hace años sin motivo aparente, por casualidad, y se fue manifestando con pequeños gritos sin coherencia. Mi esposa, en principio creyó que me estaba volviendo majareta e hizo que me viera un psiquiatra, que después de escucharme atentamente no le dio importancia, así que me recetó una caja de pastillas blancas y me dijo que volviera cuando las acabara. Pero la cosa no quedó ahí, fue a peor a pesar de las pastillas, porque seguía oyendo gritar a larga distancia, aunque ya de manera ilegible. Así que al cabo de unos meses, en otro intento por sanarme, mi esposa me llevó a la iglesia del pueblo; le habían dicho que había un cura que tenía manos de santo. Y acabé en sus manos de santo. El cura fue mucho más rápido que el psiquiatra: nada más verme, sin apenas dejarme hablar, con el buenos días, sentenció rotundamente que estaba aducido por Satanás, que las voces venían del mismísimo infierno, y que solo rezándole a la Virgen María cada noche como poco hora y media encontraría mejoría. Sin embargo, seguía oyendo voces, incluso con tapones en los oídos oía voces.
Lo más extraño fue lo que me ocurrió ayer tarde cuando oí a lo lejos a un grupo de personas hablar de mí, fue increíble, decían que me conocían, que me habían visto en una famosa plaza de Valencia hacerme una sesión fotográfica y que un redactor de un periódico de tirada nacional me hizo una entrevista porque era un escritor muy famoso que había escrito libros de mucho mérito. Incluso a uno le oí decir que tenía talento. No miento si digo que me sentí realmente importante. Pero esta noche, y después de reflexionar sobre mi psicosis, creo que no volveré a visitar al psiquiatra ni al cura. Ni tampoco le haré caso de nuevo a mi paciente esposa ahora que, al leer en una revista que en Valencia había un otorrinolaringólogo (quiera Dios que sea un mote) que había conseguido encontrar explicación y dar remedio a lo de oír voces a distancia. No más experimentos. A partir de ahora haré las paces con mis paranoias auditivas en silencio... (Ojalá cuando me excluyan de la lista de los amanecidos no me duelan ni avergüencen mis paranoias).
Haces bien en no contar apenas si algunas cosas de ti, eres un incunable leído sólo por unos cuantos privilegiados, yo sin embargo me sitúo de tal modo que todos se fijen en mi pero como un pasquin que se olvidan de él terminando apenas de leerlo. ¿Alguna vez dejaré de menospreciarme? Ni idea.
ResponderEliminarAl final permaneces querido amigo y es lo que vale.
Disfruta con todo y suegra incluida,¿Ya qué?
Como a ti te gustan los tratos y estamos en rebajas, te propongo un trato que no podrás resistir: una suegra, tres cuñados, un rey y una reina, por... nada. Gratis, que es Navidad. Un amigo es un amigo. ¿Qué me dices? Los portes corren de mi cuenta. Beso.
ResponderEliminarSalud.
¡Nel! ¡Paso! ¿Quieres volverme más loca o qué? ¡
ResponderEliminarO bueno, Va! Échalos, que no se diga que las mexicanas somos cobardes, total, una semana conmigo y jurarán no volver a tu casa bajo ninguna circunstancia jaja.
Me los devuelves por la ruta de los tiburones. Aunque no sé yo... Beso.
ResponderEliminarSalud.