Aunque sé que no es fácil que comprendas el contenido de lo que escribo (porque eres torpe de entendederas, que sí), quiero que sepas con total fidelidad el caudal de sentimientos que me provoca solo pensar en ti. Y para que la distancia entre el nacimiento y el presente de nuestra relación no sea un taco de hojas de calendario quiero decirte, aquí y ahora, perdóname. Siempre te digo que te quiero amiga pero nunca te he pedido perdón por el daño que te hago.
Se echan en la vida tantas responsabilidades y se toman tan a pecho que, desde lo más profundo del ser, el corazón de cuando en vez hace descanso. Se obliga tanto al cerebro en busca de la perfección, que desde dentro la mente pone un punto sin aclarar si seguido o final. No es mi caso, cierto que hubo un punto y aparte en mi vida, pero gracias a ti no un hubo final. Fue seguido y pleno de esperanza. Como en la mitología, supiste abrir la caja de Pandora para que salieran todos los males de mi ser. De forma excepcional buscaste remedio a todos mis males al conseguir estar en todas partes de mi pensamiento ¿omnipresencia? Quizá, pero estuviste, y a tiempo dándome la confianza necesaria para seguir.
Lo que no entiendo es porqué Dios intervino mi vida con tu presencia.
Y como inmenso fue el tiempo del que precisé para darme cuenta que estuviste a punto de enfermar y perder tus facultades vitales de tanto usarlas en mi favor. Y como grande, también, fue el tiempo del que precisé para apreciar lo fundamental que eres en para mí al enseñarme que cuando algo se pierde no hay que quedarse con lo pudiera ser y no fue, sino con lo que queda por lograr; a usar la imaginación para no asustarme; la inspiración para alcanzar lo imposible, lo inimaginable por improbable. Por dedicarme tiempo hasta el punto de anular por completo el deseo de los vencidos luego de la última batalla... En fin, por estar ahí sin claudicar a mi indiferencia, y sobre todo, por lanzar a la Rosa de los Vientos el mensaje que me quieres. Perdóname.
Se echan en la vida tantas responsabilidades y se toman tan a pecho que, desde lo más profundo del ser, el corazón de cuando en vez hace descanso. Se obliga tanto al cerebro en busca de la perfección, que desde dentro la mente pone un punto sin aclarar si seguido o final. No es mi caso, cierto que hubo un punto y aparte en mi vida, pero gracias a ti no un hubo final. Fue seguido y pleno de esperanza. Como en la mitología, supiste abrir la caja de Pandora para que salieran todos los males de mi ser. De forma excepcional buscaste remedio a todos mis males al conseguir estar en todas partes de mi pensamiento ¿omnipresencia? Quizá, pero estuviste, y a tiempo dándome la confianza necesaria para seguir.
Lo que no entiendo es porqué Dios intervino mi vida con tu presencia.
Y como inmenso fue el tiempo del que precisé para darme cuenta que estuviste a punto de enfermar y perder tus facultades vitales de tanto usarlas en mi favor. Y como grande, también, fue el tiempo del que precisé para apreciar lo fundamental que eres en para mí al enseñarme que cuando algo se pierde no hay que quedarse con lo pudiera ser y no fue, sino con lo que queda por lograr; a usar la imaginación para no asustarme; la inspiración para alcanzar lo imposible, lo inimaginable por improbable. Por dedicarme tiempo hasta el punto de anular por completo el deseo de los vencidos luego de la última batalla... En fin, por estar ahí sin claudicar a mi indiferencia, y sobre todo, por lanzar a la Rosa de los Vientos el mensaje que me quieres. Perdóname.
Muy intenso tu relato de soslayo.
ResponderEliminarSi es tu amiga sabrá perdonar pero yo pienso por lo que leo que no hay nada que perdonar porque te quiere.
Buenas madrugadas de soslayo.
Yo tampoco se, nunca se. Triste, ¿No? Hoy no hay ganas de reír y eso que todavía no amanece.
ResponderEliminarta gueno, pero es que aquí es de madrugada, ya sabes siete horas que vives antes que yo y todo eso jaja, ya me hiciste reír.
ResponderEliminarSiempre he pensado que tu vives en el futuro.
¿Haz visto al lucero de la mañana? Hoy lo vi y me dije Esto ya lo debió haber visto de soslayo.
ResponderEliminarUn lucero muy brillante el de hoy. Yo siempre he pensado que ese lucero es mi mamá. Sigo siendo niña en su habitual abandono.