Estoy resfriado. Si me apurase un trabajo y un mal jefe diría que es una gripe de esas que te dejan baldado en la cama para no ir a trabajar... Pero no es el caso. Aunque vengo del médico porque con el resfriado tengo una afonía de mucho cuidado y, considerando que para Navidad tengo comprometida una actuación con Los Niños Cantores de Viena, no la puedo dejar pasar de soslayo. Mejor prevenir que curar. Digo que vengo del médico y es una médica, pero ella se dice médico. Al contestar una llamada telefónica: "soy el médico". En ese momento recordé que no había mejorado nada, y como me suponía necesitaba tener paciencia. Mucha paciencia. Así más o menos ocurrió el trámite de la medicación:
-¿Qué te ocurre?
-Buenos días. Pues vera, doctor (si no es médica tal vez sea doctor en medicina): hace dos semanas me recetó un jarabe para el resfriado y no se ha ido, es más, se quedó y estoy peor...
-Déjame ver... sí, estuviste aquí hace quince días y te receté un jarabe. ¿Y cómo te encuentras?
-Pues igual tirando a peor, doctor...
-¿Por qué me llamas doctor?
-Porque es usted médica.
-¿Y por eso me llamas doctor?
-Usted dice ser médico...
-Soy médico.
-Será médica.
-Se nos dice médico.
-La RAE no opina igual.
-Soy médico.
Se me ocurrieron un millón de respuestas pero todas contrarias a mi salud. Así que le recordé de nuevo lo enfermo que estaba.
-Siéntate ahí.
-Vale.
Me auscultó, me metió un palo en la boca y me dijo que tenía anginas porque me las veía. Y que me volviera a sentar. Juro que así ocurrió.
-¿Y esa afonía?
-Es lo que más me preocupa...
-Tienes inflamadas las cuerdas vocales.
-Ah.
-Pues bien, escucha: te voy a poner... y ahora. Y también...
Como en la carnicería: cuarto y mitad de filetes cortados finos, y un hueso para caldo... No puedo con esta señora, médico, doctora o lo que quiera ser. Me inyecto en vena paciencia antes de visitarla y procuro ir cuando no tengo otro remedio. O voy o me muero. Y siempre acabo convencido de que necesita paciencia, cariño y que alguien le escuche... Pero no yo, Señor, yo no la aguanto. Me trata como si fuera estúpido. Es verdad.
-¿Recordarás bien todo lo que te dije?
-Sí.
-Pues ale...
-Pues ale, muchas gracias.
Para explicar las muecas y los gestos que ponía sino poeta había que estar allí. Y no se lo aconsejo a nadie. Ojalá este lote de medicamentos que me llevo me sanen para siempre. Porque aún sabiendo que no soy culpable, tengo un sentimiento de culpa que tampoco sé cómo explicar.
-¿Qué te ocurre?
-Buenos días. Pues vera, doctor (si no es médica tal vez sea doctor en medicina): hace dos semanas me recetó un jarabe para el resfriado y no se ha ido, es más, se quedó y estoy peor...
-Déjame ver... sí, estuviste aquí hace quince días y te receté un jarabe. ¿Y cómo te encuentras?
-Pues igual tirando a peor, doctor...
-¿Por qué me llamas doctor?
-Porque es usted médica.
-¿Y por eso me llamas doctor?
-Usted dice ser médico...
-Soy médico.
-Será médica.
-Se nos dice médico.
-La RAE no opina igual.
-Soy médico.
Se me ocurrieron un millón de respuestas pero todas contrarias a mi salud. Así que le recordé de nuevo lo enfermo que estaba.
-Siéntate ahí.
-Vale.
Me auscultó, me metió un palo en la boca y me dijo que tenía anginas porque me las veía. Y que me volviera a sentar. Juro que así ocurrió.
-¿Y esa afonía?
-Es lo que más me preocupa...
-Tienes inflamadas las cuerdas vocales.
-Ah.
-Pues bien, escucha: te voy a poner... y ahora. Y también...
Como en la carnicería: cuarto y mitad de filetes cortados finos, y un hueso para caldo... No puedo con esta señora, médico, doctora o lo que quiera ser. Me inyecto en vena paciencia antes de visitarla y procuro ir cuando no tengo otro remedio. O voy o me muero. Y siempre acabo convencido de que necesita paciencia, cariño y que alguien le escuche... Pero no yo, Señor, yo no la aguanto. Me trata como si fuera estúpido. Es verdad.
-¿Recordarás bien todo lo que te dije?
-Sí.
-Pues ale...
-Pues ale, muchas gracias.
Para explicar las muecas y los gestos que ponía sino poeta había que estar allí. Y no se lo aconsejo a nadie. Ojalá este lote de medicamentos que me llevo me sanen para siempre. Porque aún sabiendo que no soy culpable, tengo un sentimiento de culpa que tampoco sé cómo explicar.
¿Un hueso para caldo? Aquí también pedimos hueso para caldo o patitas e hígados de pollo para la sopa jaja.
ResponderEliminarBien, veamos:
Como si fuera medico de almas, te pregunto:
¿Que te aqueja?
¿De que te sientes culpable? Anda dime, ¿Que pasa?
En la vida me sentí culpable. Y ante la duda, porque siempre dudo, pido perdón... Y si sigo dudando me declaro culpable, que pongan cargos, y que le den... o les den morcilla. Ese sentimiento es una religión. No va con mi forma de ser. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Culpable ¡Maldición! Culpable hasta de lo que no hice. Culpable porque si, culpable porque no. Yo no soy culpable ni siquiera por existir.
EliminarBesu.
ResponderEliminarSalud.