"Las almas que son discretas hacen lo mismo que las violetas".
Era tarde, tal vez viernes, no sé (uno anda ya con sus pasos de aquella manera...) cuando, aprovechando que la lluvia me daba una tregua, tomé la noche por aliada y decidí hacer camino al andar. Por la calle mojada, por ese sendero resbaladizo que improvisaron los carros, me adentré en Les Seniaes y allí la encontré: era una joven desgarbada y flaca, con ojeras que le presumían días sin dormir y hacían el mismo efecto a la vista que sus andrajosas ropas, y una mirada tan perdida en si misma como nunca la pudo tener alguien en su sano juicio.
Al verla tuve el impulso de ayudarla: empapada, calada hasta los huesos, solitaria, desprotegida y con una flor en las manos. Pero su porte... a pesar de creer que tan siquiera tuviera fuerzas para hacerme daño me intimidó. Así pues, con su imagen grabada en mi mente retomé mi camino... Luego de un trecho pensé que no había hecho bien en irme sin interesarme por ella y consideré la manera de hacer algo para ayudarla, entonces volví por mis pasos. Y allí seguía con su flor en la mano y en el mismo lugar, pero igual que antes, nada se me ocurrió para ofrecerle, solo le pregunté si necesitaba ayuda y no me contestó, ni siquiera me miró, así que me fui pensando que Dios, si quiere, le ofrezca la ayuda que yo no supe darle.
Con el remordimiento lastimándome, y ya en la noche más desvelada, comencé a escribir sobre aquella extraña joven que tanto me impactó. Y en ese instante, aún sin tener claro cómo empezar, recordé su imagen con la flor en las manos y pensé si no estaría en lugar equivocado, si esta no fuera su realidad. Si no sería una de esas locas de atar que tanto ofenden al paisaje y solo se las puede ver amparadas en la noche. Una joven solitaria y triste de morir... ¡Joder, dona!, lo siento por ella, y más por no saber cómo ayudarla.
Pero ahora, y dándole vueltas a su imagen, creo que no era azahar la flor que tenía en las manos. La flor que llevaba era una violeta. Qué raro, en Les Seniaes y con una violeta en las manos. Precisamente en el reino del azahar una joven con una violeta en las manos...
Las violetas no son flores de escaparate, no son flores para quedar quizá con un amor. Las violetas necesitan tiempo, la certeza de que quien las mire sepa apreciar su belleza para darse a conocer, confianza ciega. Las violetas no se entregan a cualquiera que pase de soslayo y no sepa ver más allá de lo que tiene delante de sus ojos. Las violetas son las flores humildes que existen.
Pero y dale con aquella joven... Supongo que me faltó tiempo para ver algo más que su patética y dolorosa imagen; posiblemente no le dediqué el tiempo necesario para ver su interior...
Me pregunto, ¿por qué siendo las violetas de las flores más hermosas que existen ocultan su belleza bajo la hierba? Con un poco de suerte, quizá me quede un poco más de vida y la vuelva a ver, entonces, le diré que por favor me enseñe a amar a todo el mundo como las almas que son discretas... las violetas.
Era tarde, tal vez viernes, no sé (uno anda ya con sus pasos de aquella manera...) cuando, aprovechando que la lluvia me daba una tregua, tomé la noche por aliada y decidí hacer camino al andar. Por la calle mojada, por ese sendero resbaladizo que improvisaron los carros, me adentré en Les Seniaes y allí la encontré: era una joven desgarbada y flaca, con ojeras que le presumían días sin dormir y hacían el mismo efecto a la vista que sus andrajosas ropas, y una mirada tan perdida en si misma como nunca la pudo tener alguien en su sano juicio.
Al verla tuve el impulso de ayudarla: empapada, calada hasta los huesos, solitaria, desprotegida y con una flor en las manos. Pero su porte... a pesar de creer que tan siquiera tuviera fuerzas para hacerme daño me intimidó. Así pues, con su imagen grabada en mi mente retomé mi camino... Luego de un trecho pensé que no había hecho bien en irme sin interesarme por ella y consideré la manera de hacer algo para ayudarla, entonces volví por mis pasos. Y allí seguía con su flor en la mano y en el mismo lugar, pero igual que antes, nada se me ocurrió para ofrecerle, solo le pregunté si necesitaba ayuda y no me contestó, ni siquiera me miró, así que me fui pensando que Dios, si quiere, le ofrezca la ayuda que yo no supe darle.
Con el remordimiento lastimándome, y ya en la noche más desvelada, comencé a escribir sobre aquella extraña joven que tanto me impactó. Y en ese instante, aún sin tener claro cómo empezar, recordé su imagen con la flor en las manos y pensé si no estaría en lugar equivocado, si esta no fuera su realidad. Si no sería una de esas locas de atar que tanto ofenden al paisaje y solo se las puede ver amparadas en la noche. Una joven solitaria y triste de morir... ¡Joder, dona!, lo siento por ella, y más por no saber cómo ayudarla.
Pero ahora, y dándole vueltas a su imagen, creo que no era azahar la flor que tenía en las manos. La flor que llevaba era una violeta. Qué raro, en Les Seniaes y con una violeta en las manos. Precisamente en el reino del azahar una joven con una violeta en las manos...
Las violetas no son flores de escaparate, no son flores para quedar quizá con un amor. Las violetas necesitan tiempo, la certeza de que quien las mire sepa apreciar su belleza para darse a conocer, confianza ciega. Las violetas no se entregan a cualquiera que pase de soslayo y no sepa ver más allá de lo que tiene delante de sus ojos. Las violetas son las flores humildes que existen.
Pero y dale con aquella joven... Supongo que me faltó tiempo para ver algo más que su patética y dolorosa imagen; posiblemente no le dediqué el tiempo necesario para ver su interior...
Me pregunto, ¿por qué siendo las violetas de las flores más hermosas que existen ocultan su belleza bajo la hierba? Con un poco de suerte, quizá me quede un poco más de vida y la vuelva a ver, entonces, le diré que por favor me enseñe a amar a todo el mundo como las almas que son discretas... las violetas.
Podría decir que esto es uno de los mejores escritos que te he leído pero no vale porque siempre digo lo mismo.
ResponderEliminarVisualizo la imagen de esa joven, igual digo que estaba fuera de lugar, sin pertenecer a este mundo pero sin saber realmente cual es el suyo.
Buenas madrugadas de soslayo
A veces andamos un poco perdidos y no encontramos ajenos en cualquier lugar.
ResponderEliminarPor cierto, no sé si eres la rubia o la morena... Beso igualmente (si no eres la amiga de siempre disculpa el atrevimiento)..
Salud.
La morena era una joven de rizos asustados pasando calladita por el mundo para que nadie reparara en ella. Una joven seria de ojos y mirada triste, solitaria y metida en un mundo que pocos conocieron.
ResponderEliminarLa rubia es una mujer con los años pegados en sus sienes y en esa melena ahora de rizos desaparecidos por la tozudez de las canas pero que ella tiñe porque esas le traen recuerdos ingratos.
Una es Flor de Maria, la otra es la MaLquEridA. Las dos en una misma persona confabulandose en un mundo diferente cada uno y que no termina de emparejar.
A la rubia la mande de vacaciones trayendo de nuevo a la morena que fui.
Beso
Soy la de siempre. Esa merita.
Para un domingo de ir a misa; de tres personas distintas y un solo Dios verdadero, "yo no entender, jao". Beso.
ResponderEliminarSalud.
¿Pos de cual morena y rubia hablas? ¡Ay no! ¿No es la misma que yo digo? ¡Ay ay ay señores! 'tonces tampoco entendí jaja, debe ser que no he dormido nada. Oye Hazme un favor, si vas a misa pide al Dios tuyo que por acá, en esta casita del otro lado del charco se eche una miradita aunque sea de soslayo a esta oveja descarriada.
ResponderEliminarGracias eres un Angel, gruñón pero Angel igual.
Beso
Por cierto, me cohibe ese contador de visitas tuyo, siento que me espía jaja.
ResponderEliminar¿Lo quito?
EliminarDe ti, de dos personas distintas y una a fin de cuentas.
ResponderEliminarYo no pido favores... Hágase su voluntad. Amén. Beso.
Salud.
No lo quites, es tu blog, lo que pasa que fijate: Entro a tu blog para leer y leer bien y para comentar y para ver si me contestaste y para leer otro post y leerlo bien y comentar y revisar si me contestaste y asi a la eternidad jaja.
ResponderEliminarHagase pues su voluntad en su santo nombre. Amen
'torces estamos hablando de la misma persona jaja.
Besos de soslayo.
Con lo fácil que sería contestame sí o no.... Beso.
ResponderEliminarSalud.
Jajaja tu lo dijiste soy complicada pero bueno si por favor.
ResponderEliminarA veces en lo minúsculo radica una belleza imperceptible a los ojos, la prueba de ello está en las violetas; esas que no se entregan a cualquiera de pase “de soslayo”.
ResponderEliminarHay cierta ternura en este texto, ver más allá, ahí radica el éxito de la vida.
Un beso De Soslayo.
Debiéramos darle más tiempo al tiempo que dedicamos a los demás... Más que por ellos por nosotros. Muchas gracias. Beso.
ResponderEliminarSalud.
Las violetas se ocultan porque saben que existimos nosotros, los humanos, que destruimos todo lo bello y afeamos el mundo. Por eso.
ResponderEliminarEs más, si yo fuera una violeta, también lo haría.
Saludos
J.
Serías simplemente humano y no un humano ser. Eres muy amable. Muchas gracias.
ResponderEliminarSalud.