miércoles, 23 de enero de 2013

Querer y no poder o todo lo contrario

Decir por decir no tiene sentido. Hacer algo sin un proyecto que lo acompañe menos. A veces urge decir o hacer y por no tener un plan serio de ejecución se condena la acción al fracaso. Y más si lo que se pretende decir o hacer no se había dicho o hecho antes. A veces uno se acuerda demasiado tarde y hay que aceptar los hechos como un fracaso. Dos pasos hacia delante y tres hacia atrás. Querer y no poder o todo lo contrario.

Hay días que pesan los descuidos como losas. Y así, como si la cosa no fuera con uno, se van sembrando dudas a lo lago del camino... El beneficio de la duda. La esperanza: para otra oportunidad siempre hay tiempo. Y entonces...

Una rosa anida en los adentros y la misión de hacerla florecer se asienta en el miedo... Misión imposible entonces. Si enseñar a un niño a crecer es complicado, a un viejo a envejecer es imposible. Se precisa una motivación al margen de los sentimientos para que, consciente del propósito, trascienda más allá del recuerdo. Hablo de intentarlo al menos. Encauzar la situación con actuaciones que permanezcan y alivien el dolor.
   
El riesgo al paso de los años es apenas y se justifica en la forma, en el cómo se maneja la iniciativa... Ante esa realidad, cabe echar a andar de manera distinta y con una nueva forma de ver las cosas, es decir, asumir nuevas prioridades como proyecto de futuro que empieza y nadie pueda detener.

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