viernes, 18 de enero de 2013

A una dama manchega

La recuerdo (cómo olvidarla) con sus palabras auténticas defendiendo su verdad por el ciberespacio, reprimiendo injusticias y nunca dándose por vencida. La recuerdo (cómo no admirarla) orgullosa de formar parte de una generación de puños en alto como espigas de los campos de su Castilla la Mancha. La recuerdo (cómo no quererla) abrazada como un tango a la prosa de los clásicos y a la Santa Poesía en la gran fiesta del alma y los sentimientos.

Y quise retenerla,
para con su ardid demostrado
romper la noche y ganar el día.
Y derrotar la muerte.

Pero no quiso.

Y los espacios que llenó quedaron mudos,
sin palabras.
Y cada parte que dejó quedó por penetrar,
por marcar,
por descubrir.

Pero no quiso

O no pudo seguir,
aguantar,
resistir por miedo a que el silencio hablara.
Y se fue sin saber que en de soslayo,
con la luna chismosa rondando,
el silencio enmudece.

Y Fito, entro el humo de los porros, pregunta: "¿Quién dijo que todo está perdido? Yo vengo a ofrecer mi corazón".

No hay comentarios:

Publicar un comentario