sábado, 12 de enero de 2013
De mi parte
Estaba impaciente que llegara el sábado para escribir sobre un asunto de vital importancia y llega el sábado y se me olvida el asunto de vital importancia, y lo peor, que ni ése ni otro: no se me ocurre nada que contar. Y no es que esté bajo el influjo de la ira, tampoco del desamor. O de otra decepción, que como yo no hay dos. Pero quiero escribir y no tengo nada que contar... Ojeo la prensa y no encuentro noticias alegres, todo es fútrbol, política o sucesos funestos. Nada que merezca la pena comentar... Pues no me puedo rendir, me obligaré a escribir sin tener nada que contar como hacen algunos cronistas de Actualidad. Al menos como tranquilizante para calmar los golpes de taquicardia que martillan mi pecho cuando soy incapaz de escribir por no tener nada que contar. Lo cierto es que escribo porque considero que es más fácil que hacer otra cosa. Escribir es un movimiento automático, no supone esfuerzo de ningún tipo, además, es lo único que se me ocurre hacer, incluso capaz de ejecutar. Porque escribir para mí es dar a las teclas como un sonámbulo y creer que hago algo al dejar testimonio de nada. Cuando escribo mi alma siente de otro modo, está tranquila y no se enfada. Mi alma a veces me desubica y hace que me comporte como un poseso. Es ella, mi alma humana, mi psique desbaratado. Por eso necesito escribir, para calmar este palpitar de miedo y parálisis; esta sensación de desvalimiento que me encuentro a veces. Necesito escribir desde las mismas entrañas de mi ser. Pero a veces este ser no siente ni padece, ni detecta en el ambiente siquiera un gesto huidizo y temeroso para escribir. Ay, dona, algunos sábados son tan aciagos que si pudiera los evitaría... Y todo por tu ausencia. Los sábados de los fieles difuntos son días que hacen daño, que lastiman al no saber qué hacer para que mi estado de obnubilación que no me permite pensar remita. Y todo por querer escribir y no tener nada que contar. Situaciones vive uno tan desalentadoras que a veces... No, no puedo venirme abajo. Creo que debo esforzarme más y escribir, aunque sea algo coherente. Hoy es sábado y quiero finalizar la semana escribiendo algo especial, entonces, como si al escribir que nada tengo que contar quedase algo especial escrito, dona, doy por finalizada esta estúpida disculpa. Por tu ausencia. De mi parte.
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