miércoles, 9 de enero de 2013

Una amiga y un enredo

Precisamos analizar de cuando en vez nuestro corazón, chequearlo, comprobar si se desboca o dispara sentimientos insólitos, o comete sabrosas burradas, o da licencias al margen de nuestra voluntad, o se encierra quizá en una torre de marfil para no sufrir o se limita a sobrevivir con el despojo de un naufragio.

Hablo de hurgar en nuestro corazón. Porque cuando nos enamoramos nos desbaratamos y hacemos el ridículo, de ignorantes seria no reconocerlo. Viene el comentario a cuento, porque tengo una amiga muy enamoradiza ella que suele ingresar de urgencias en el hospital aquejada de tormentosas crisis de ansiedad. Lo natural sería que ingresara por la herida producida a causa del flechazo certero del semiasexsuado Cupido, pero no, lo suyo, cuando se enamora son las crisis de ansiedad y las bolsas de plástico. A mi amiga el amor la impulsa a comportamientos desconcertantes. Dice que al margen de su voluntad, cuando está enamorada puede hacer cualquier cosa, desde tocar el sol y las estrellas a olvidarse de quién es, de ignorar el tiempo, y que un beso a la luz de la luna le revela la combinación exacta de la cerradura que protege la entrada a un paraíso de sensaciones maravillosas. A mi amiga el amor la obnubila, sus órganos vitales solamente son capaces de funcionar al ritmo de la persona amada. Por cada poro de su piel...  ¡Santísima!, si Eugenio leyera esto diría: ¡che, te ha salido un verdadero guión de telenovela venezolana!. Y estaría en lo cierto mi buen amigo Eugenio. El caso es que cuando nos enamoramos, y digo enamoramos porque nos ocurre a todos, se nos retuerce el cerebro, tartamudeamos, reímos o lloramos sin razón, aparece el insomnio, y sin saber porqué no vemos amanecer. Incluso hay quien asegura que nos volvemos idiotas. Sin embargo, no todos los idiotas están enamorados. Según la RAE, idiota es la "persona que padece de idiocia". También se le dice idiota a quien se quiere ofender. Son acepciones de la RAE, pero la RAE no es la Palabra de Dios y no está libre de errores, al menos desde que Pérez-Reverte ocupa sillón. Y a pesar de que la psicología y sus libros de autoayuda también lo respaldan, la acepción ni de lejos está acertada. Basta consultar Las Etimologías de San Isidoro donde recoge el vocablo idiota y dice acerca de él que viene del griego "idiotes", que a su vez proviene de "idios" (personal, privado). Origen a su vez de "idioma" (forma particular de hablar de un determinado grupo. Lengua de un pueblo o nación). Idiota en origen, era lo que hoy llamamos "lego" (alguien ajeno a una determinada profesión o grupo social, o simplemente un hombre común, que pa´qué más). Por consiguiente, idiota es la persona que no tiene oficio ni conoce ningún "arte", de ninguna manera alguien con la capacidad mental mermada a no ser que esté enamorada como mi amiga. Así pues, por la vía del conocimiento que hallaremos en los libros, podemos aproximarnos al sentido original del vocablo "idiota", solo aproximarnos. Sin embargo, y mientras se aclare el enredo, estaría dispuesto a admitir "idiota" si se refiere a una persona con la facultad de ver lo que resulta invisible a los ojos de los demás. Pero acabaríamos como empezamos hablando de mi amiga y ya está bien de pasteleo por hoy. Además que ni me habla, pero ese será asunto atratar otro día.

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