lunes, 7 de enero de 2013
Lo tenía que intentar
Lo tenía que intentar. Lamento contradecirme, pero entre tantas urgencias reclamadas solo la tuya podía atender. Tenía dudas, muchas, y también miedo. A veces volver al pasado es letal pero lo tenía que intentar. Más por mí que me toca recordarte. Ya digo. Salí de casa por nuestros pasos con la intención de volver a Les Seniaes, y al dar la primera revuelta y enfrentarme a ellas me entró un ataque de pánico y quedé paralizado. Me senté. Miraba una y otra vez... ya sabes, de soslayo, como siempre. Me levante y di la vuelta. Me fui y volví. Y pensé no pasar más allá del letrero. Solo. Y sin darme cuenta estaba en el paraíso, donde todo comenzó. Desde el 17 de julio no había vuelto. Cómo duelen Les Seniaes sin ti. Cada revuelta tiene su historia, cada recta, cada árbol. Cada caseta con su perro. Y todo me recordaba a ti. Te diré que todo sigue igual, ¿recuerdas aquél perro grande que nos ladraba al pasar la segunda revuelta? pues aún sigue allí. Pero no ladró. Y eso que me paré y me enfrenté a él en plan chulesco. Y si te dijera que al verme dejó caer una lágrima... ¡Joder, dona!. Los dos nos miramos como dándonos el pésame... Quizás él también te quería y lo expresaba a su manera. Ya sabes cómo es el amor. Hablo sencillamente de tener el coraje que me debiera sobrar pero no, porque no. Hablo entonces de dedicarte más de 19 días y 500 noches. Y nada. Mi carácter ya no tiene voluntad. Con él y dos lágrimas, pensé que mañana volvería y juntos... Pero ni mañana ni otro día. No volveré a Les Seniaes. O quizá lo intente de nuevo en primavera cuando la floración del azahar obre el milagro de la creación. Igual un milagro lleva a otro.
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