viernes, 11 de enero de 2013

La palabra, amor, la palabra

Y vuelta a empezar, ¿será éste un viernes de fiar? Y vuelta a escribir un de soslayo convencido de que hay que contar con la palabra para hacer historia. Para trascender. Escribir, si se hace una obligación cotidiana conlleva un compromiso de naturaleza ética. La palabra y sus desafíos. La palabra y sus desvelos. La palabra que hace camino y auxilia al caminante. La palabra que comunica cuando obliga silencio las circunstancias. La palabra que protesta ante las injusticias. La palabra que propone alternativas. La palabra como argumento de concordia. La palabra que permite el paso de la luz en la noche oscura. La palabra que impide desatinos sin vuelta atrás. La palabra que evita los descuidos. La palabra que vence las quimeras. La palabra que acurrucada evita la muerte de las utopías. La palabra, y hablo de mí, que se hace imprescindible para saber quién soy cuando vuelvo del infinito sin haberme ido... Y vuelta a empezar como el ave fénix que vuela con su carga de esperanza.

"Tienes mi palabra", presenta su blog un escritor amigo. Yo también tengo mi palabra, pero no es de fiar, como los ojos decidores de una dama que oculta su mirada para que no digan... Mi palabra embustera a veces oculta una verdad, por eso no soy persona de decir siempre la verdad.

La palabra, la herramienta que descubre las misteriosas emanaciones donde surgen sutilmente las pulsiones creativas que abren los pétalos de las flores que excelsas elevan a los altares la santa poesía. La palabra hecha partículas invisibles en busca del bendito amor. ¿Una imagen vale más que mil palabras, amor?

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