martes, 22 de enero de 2013

Llueve

Está oscureciendo, y sin venir a cuento, como casi todo en la vida, se hecha a llover como si nunca lo hubiera hecho. Truenos, relámpagos... asusta. Igual estaba previsto por los meteorólogos pero no sabía. Me asusta la tormenta y me cobijo, tengo miedo, y hago conciencia de algún compromiso ineludible que me pasó de soslayo. Pero no recuerdo, entonces me perdono porque estoy lejos de llegar a la verdad. Hay quien dice que lo mío es vanidad. Tal vez lo parezca, pero no es vanidad. Se me olvidan las cosas, y no sería malo si por recordar no me pusiera como un eccehomo... No soy culpable, y no tengo necesidad vanidad, de volver a la verdad, parafraseando a don Antonio Machado, "vanidad de vanidades".

Tengo escrito por ahí que me avergüenzo a veces de salir a la calle porque no todo el mundo es tan feliz como yo: tengo lo que necesito y no necesito más. Tampoco sabría qué hacer con más. Sin embargo, errar en la vida es tan fácil como acertar, y a pesar de que siempre persigo acertar... Ay, dona, llevo sin poder evitarlo un error que me quita el sueño. Es un error y es una mentira incapaz de descubrir una verdad. Busco el amparo de la María, pero la María ya no me escucha. Un trago de agua clara no puede quitar el mal sabor de boca cuando la tormenta la ensucia... En la vida hay verdades incapaces de enfrentar la realidad. Aligerar la carga del corazón es el único remedio susceptible de volver a la verdad. Eres cauce y eres río: eres agua de lluvia. Eres camino y eres destino. Eres el horizonte de mi mirada. Eres una historia de amor inconclusa.

2 comentarios:

  1. Cruda reflexión...influenciada por esa lluvia?

    Un cordial saludo
    Mark de Zabaleta

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  2. Ahora estoy metido de lleno en un oasis... luego te canto una canción. Muchas gracias.

    Salud

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