De niño, la Noche de Reyes, como de viejo el día del sol naciente, y de vuelta a casa, luego de la cabalgata de la mano de mi madre de niño y de la María de viejo, moría de impaciencia. Caminando por las calles rotas de ayer y hoy, una se paraba a conversar con los vecinos y la otra con su único amor, y mientras, yo comía ansias por llegar a casa, que no fuera que los Reyes llegaran y no me hallaran.
Me entretuvieron, no fue culpa mía. Yo quería volver a casa, me distrajeron la hora. Y ahora vuelta a empezar... Y vuelta a mi mundo... Y vuelta a las noches desveladas... Y vuelta a soñar contigo... Y vuelta a ser viejo. Y todo por desfallecer y no permanecer.
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