Pero es mi hijo, en el Día de la Madre

-¿"A quién quiere ver"? Preguntó el carcelero a una señora.

-"A mi hijo". Contestó ella, humildemente.

-¡"Su hijo es el peor criminal que tenemos aquí"!, exclamó el carcelero.

-La mujer lo miró fijamente y le dijo: "Pero es mi hijo".

La paradoja, si lo es, es que un "hijo criminal" tiene viva a una madre... Sin embargo, siendo el amor de madre de lo más que existe, hay más amores que lo superan. Sé de una persona que diría que ese amor es Dios, y no. Yo, por decir, quiero a mis hijas, y tampoco, que por a ellas solo daría la vida... Dijo Isaías por boca de Díos: "¿Puede una madre olvidarse de su criatura, dejar de querer al hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvide, yo no le olvidaré".

El amor es un invento humano, por lo cual, y cada cual, tiene el derecho de amar a quien quiera (y si además bien le quiere estupendo). Dios ama a todos los seres humanos por un igual (sí), pero Él es Dios, como la madre del "hijo criminal" que lo ama por encima de sus instintos asesinos... Es el amor y sus maneras de querer. Cada cual ama al amor como lo siente. Por lo tanto, que nos dejen vivir en paz, ya les vale. ¿Por qué nos interesa tanto la vida de los demás? Un credo y una religión, una fe y una sangre, un sentimiento: por encima de todo está el amor. Yo amo a una Carmen bella por encima de todo, incluso de mis hijas y de una madre en su día. (Nunca le dije que la quería más que a su omnipresente "mamá"). Que nadie reniegue del amor de una madre.

Hoy, Día de la Madre, quiero decir alto y claro, que el amor es lo que siente cada cual en sus adentros. Hay quien ama a Dios, y a sus hijos, y a sus padres, y a su esposa, y a su vecina, y a su vecino... ¿y el orden? El que ordena su corazón. Yo quiero a mi esposa por encima de todas las cosas. ¿Y? Todos tenemos familia y sabemos darle el amor que se merece. Y yo, además, tengo a María, la Magdalena, y su Santa Poesía. Y por supuesto a mi amiga del alma (sí la del móvil. ¡Hay que joderse!) y a Eugenio. Y a dona muerta. Y también a la Dama que vela mis sueños, y la Dama que no me deja ir, por cierto, ninguna de ellas me diría: "para la edad que tiene usted está muy bien de la cabeza", mirando en el ordenador el resultado de un analísis de sangre, de un electro y de una resonancia... (quién fuera mal me quiere).