lunes, 6 de mayo de 2013

Y mi esposa tan feliz

En una revista que había (digo había porque me la quedé), en la consulta de la Dama que no me deja ir, leí que un estudio había demostrado que la mayoría de los niños tuvieron en algún momento de su vida un amigo imaginario. Yo, de viejo, no recuerdo haber tenido más que una amiga. Leyendo este artículo me sentí triste, porque se me había olvidado (con el trajín de los pintores. Mi esposa se le metió en la cabeza pintar la casa, y como mi esposa solo tiene un defecto, ser mujer, la está pintando, y de blanco, como prometió. Como en casa) que éste, la amistad, era mi mayor fracaso. Yo me fío de la Dama que no me deja ir (un día hablaré con calma y detenimiento de ella, y empezaré por el día que nos conocimos en el manicomio. Según me cuenta mis informadoras, la tuvieron que ingresar de nuevo. Pobre), y no de la médica de mi pueblo (ahora a tiempo parcial) que es un verdadero dolor de muelas. Ponerse enfermo y morirse es uno en este apartheid sanitario de país. Un inmigrante senegalés, en Palma de Mallorca, murió de tuberculosis por no tener tarjeta sanitaria. Yo estoy con la ministra Mato, nada de tarjeta sanitaria, nada de papeleo inútil ante la enfermedad, pero no me niegue la atención sanitaria... La tragedia era cuestión de tiempo. Hay que ser viejo para saber lo necesario que es tener una sanidad universal y gratuita. La teníamos, pero cuesta dinero, y con lo que ganan sus señorías (A más B) y lo que valversan... a elegir. Y eligieron matar. La marca España de Rajoy se quedará sin ciudadanos como yo de viejo me quedé sin amigas... De joven recuerdo que fui uno más de aquellos ciudadanos que lucharon por un país mejor (eran tiempos difíciles). Y de niño recuerdo la capacidad de imaginar amigas. A los años altos de la vida me hubiera gustado llegar en otro plan, al menos con la esperanza de un país soñado y con una amiga imaginaria. Estoy acabado y sin consuelo.

Lo cierto es que nunca tuve una amiga imaginaria ni la privacidad necesaria. Hoy más que una amiga imaginaria me gustaría tener una amiga secreta a la que poder contarle abiertamente mis intimidades cualquier día de la semana ante un café para dos. Ante un café para dos ahora tengo a mi sabio y viejo amigo Eugenio, pero no es lo mismo... Eugenio me viene bien por la mañana que estoy despierto, pero a la tarde una amiga secreta me vendría genial para espavilarme... el día es muy largo. Lo pasaríamos estupendo... Ay, dona, ni tú. Y yo que siempre había atribuido a la creatividad la posibilidad de ser alguien en la vida... pasen, pasen y vean... O mejor no, que hasta el sofá lo tengo en paradero desconocido... Solo sábanas blancas. Lamentables carencia las mías (incluyendo los pintores y sus ruidos). Y mi esposa tan feliz.

2 comentarios:

  1. Mi amigo secreto es tan secreto que ni yo misma se que lo tengo.


    Un beso.

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  2. De otra manera dejaría de ser secreto... Muchas gracias. Beso.

    Salud

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