En mi pueblo estamos de enhorabuena. Tengo entendido, que no lo sabía, que uno de estos días pasados se celebró por todo lo alto el día de la pobreza. Lástima, tendré que hacer las paces con los telediarios y los medios en general, que igual ya cuentan solo buenas noticias, y uno eso no debiera perdérselo. Igual empiezo mañana. El asunto que hoy me anima a escribir no es otro que la pobreza pero en sentido positivo que, a Dios gracias (digo yo que algo tendría que ver Él, porque nunca creí que llegaría este día), en mi pueblo nos hemos salvado de la pobreza. (Cosas). Y lo sé de buena tinta porque me lo contó el señor alcalde. Antes había mucha pobreza en mi pueblo, ahora ya no, entonces, adiós a las crisis. Ya era hora, que uno apenas salía de casa. La depresión que provocaba en mi alma la tristeza de los vecinos culpable. Soy poco valiente por naturaleza. Sin embargo, este asunto me parece extraño, igual el alcalde me quiere pintar las cosas de muchos colores alegres para volver a volver (asuntos personales, mejor me callo). No sé, también pudiera ser que haya comenzado la campaña electoral. Y no sé cómo el alcalde, porque se pasa la legislatura sin hablarme, haciéndose el despistado, pasándole desapercibido. Y en un verbo, o no tiene problemas urgentes que tratar, alzheimer, o se ha dado cuenta que me quiere con toda el alma. Fiarse poco. Y más en esta época de tangos y boleros que abundan las caretas como si fuera carnaval. Uy, esta sí que es buena, vaya ocurrencia la mía: qué si salgo a la calle con la mesa de camping y recojo 500.000 firmas y en lugar de sufragio universal que suena demasiado pomposo, le llamamos el día de las chirigotas. Ay, los dos asuntos tienen su gracia, el de las chirigotas menos, pero el de él... qué no va y me dice: ¿cómo, acaso has estado de viaje? Mira que hace tiempo que no te veía... Y tan, señor acalde, y tan... Sabe qué le digo: ¡Váyase usted a la mierda!. (Luego leí que el paro seguía subiendo. Mentira, todo era una mentira. Como él).
No hay comentarios:
Publicar un comentario