lunes, 24 de octubre de 2011

Humanas voluntades

"Yo puedo imaginar un infinito número de mundos parecidos a la Tierra, con un jardín del Edén en cada uno". Lo dijo Giordano Bruno. (Murió).

Un día leí en un panfleto de autoayuda (me chiflan) que el ser humano, en su carácter, es sumiso con su colindancia, es gregario por naturaleza. Un estímulo inconsciente le hace juntarse al humano ser (el otro, el que manda. Es solo para diferenciarlos) que es su propia colindancia pero con galones de mando. Este mundo absurdo parece habitado por ciudadanos en el cual nos ofrecemos unos a otros como mercancía. Sociedad: familias y colindancias dependientes de acuerdos mercantiles. -Te doy un camello por tu mujer ¿? Vale dos, pero es mi última oferta. -Que no y no. Si la quieres a partir de tres camellos hablamos. No te reconozco humanidad... Ni la María, Señor, ni la María la reconoce. Pero el asunto tiene su intríngulis, porque acordar asuntos económicos parece fácil, de hecho lo es, porque todos tenemos un precio, pero qué si hablamos de los sentimientos. Necesidades de aquí te pillo aquí te mato (santo fornicio), amores verdaderos, aspiraciones de cada cual ¿qué? Entonces las cosas se complican (fijo), de lo que se deduce que acordar un todo es imposible. Y así es como empiezan las peleas y luego las guerras. La historia se repite una y otra vez. Desde Adán a ZP, el grande siempre se come al chico... Otra cosa sería si además de seres humanos fuéramos humanos y tuviéramos una sola voluntad. Y esa voluntad generara una fuente de energía que fuera en una única dirección donde el bien imperara sobre el mal. Nos sobran panfletos de autoayuda y nos faltan libros de bendita poesía. Necesitamos pensadores nuevos en busca de nuevas y humanas voluntades.

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