Si hubiera dependido de mí, habría dedicado mi vida a la política. Incluso hoy, de poder elegir, me gustaría ser alcalde un día, digo un día y quiero decir por un día para despedir al secretario municipal que tanto daño hace al pueblo y a mi mejor amigo (el alcalde) por el sistema que estableció en el (su) ayuntamiento por consagrar sus favoritismos. Con el propósito de satisfacer sus anhelos y aportar más comodidad a su labor que hacen otros, montó un tinglado para mayor nivel de funcionalidad y robustez de su ego. Ah, y adelanto pos sus (esos, los dos) los plenos municipales que siempre fueron a las nueve de la noche a la dos de la tarde para poder irse a su casa a las tres como todos los días, que para eso es funcionario. Y de paso impedir la asistencia de la oposición que da mucha lata, oposición y gobierno que también, porque trabajan y no pueden asistir. En pocas palabras, los plenos municipales desde ahora en mi pueblo se los arregla cada tres meses, que también cambió este punto del orden del día; antes se hacían todos los meses. En fin, en mi pueblo los plenos municipales es un bis a bis entre el secretario y el señor alcalde. Mi amigo (quizá de antes) por falta de carácter, de ponerse y poner en su sitio al secretario municipal (de libro), de dar un puñetazo encima de la mesa o a él. (Este es mi deseo de ahora).
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