sábado, 8 de octubre de 2011

El ilusionista

"Decid al viento el nombre de ese ilusionista, corred la voz, y abrid los ojos donde los desahuciados de la usura no tienen donde vivir. Porque este es un país que no merece el nombre de país. Sino de tumba, féretro, hueco o sepultura".

Es insólito que en una sociedad inteligente, culta, políticamente correcta, experimentada en asuntos de la vida, que actualiza de cuando en vez sus prioridades y sus preferencias en asuntos del poder, que cree en la alternancia, diestra con la palabra y acreditada su solvencia en asuntos sociales, de izquierdas y de derechas, y con un clero visionario... Sería insólito, digo, que un ilusionista, en vez de trascender luminosamente al futuro como otros tantos atrás, opte porque la historia lo sepulte en una inmunda acequia. Lamentablemente, parece que eso es lo que quiere. Sin embargo, conviene recordar, y es sabiduría del pueblo, que otro vendrá que bueno le hará.

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