En la calle las camelias número 13, donde vive una dama de buen ver, un día de esos que el silencio hubiera estado mejor ejerciendo su función, a un amigo estupendo, una amiga le dijo que tenía un perfil muy fotogénico, entonces le sentó en una silla y le fotografió convirtiéndole así en un amigo estupendo clavado en el frío hielo de una pared pintada de blanco. Desde entonces, el amigo estupendo, no la volvió a ver y tampoco nadie le reconoció. ¿Quién o que es ahora? Un día, el clavo de aquella fotografía venció y el amigo estupendo calló al suelo y se rompió en mil pedazos: un martes murió y lo enterraron, todo en el mismo día. (La vida es tan de esa manera que todo en ella tiene su valor, hasta la confianza y la amistad).
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